Resolución para negociar

El texto, que no fue rechazado por un aliado histórico de Argelia y el Polisario como es Rusia, va más allá que los anteriores porque reprueba con más rotundidad el uso de la fuerza, en clara mención a la ruptura del alto el fuego y los ataques que lleva a cabo el Polisario contra Marruecos y el abastecimiento de las tropas de la ONU. En otro punto, la resolución exige un buen control del reparto de la ayuda humanitaria y reclama un censo de la población que habita en los campamentos de Tinduf. Las referencias al desvío de la ayuda humanitaria, interpretado como corrupción, y la ausencia de un censo que pudiera condicionar el volumen de esta ayuda representan una recriminación a las actuaciones de un Polisario que en las últimas semanas ha reconocido haber cometido diversas violaciones de los derechos humanos contra su gente en los campamentos y de que un grupo de jóvenes saharauis haya reivindicado la necesidad de una renovación generacional en la cúpula dirigente. Lo han hecho en sus medios oficiales, lo que indica que en el seno de la organización existe una conciencia clara de las nuevas opciones que se han abierto después de 47 años de precariedad, sufrimiento, sacrificios en Tinduf sin esperanza ni horizontes de alcanzar una vida digna y con un futuro estable.

Entre los saharauis emergen alternativas políticas y sociales como el Movimiento Saharauis por la Paz, que admite la opción de la autonomía bajo soberanía de Marruecos, presentada en 2007 por el Gobierno de Rabat y que en los últimos meses ha recibido relevantes respaldos. La situación internacional es convulsa e incierta tras la invasión rusa de Ucrania, pero afecta directamente a conflictos como el del Sahara, cuya solución debe ser una clara e inequívoca voluntad internacional.