Preservar a la empresa es garantizar riqueza y empleo

La consecuencia más directa de este contexto ha sido la desaceleración de la economía y, por extensión, la creación de empleo, donde los indicadores coyunturales han ido marcando una tendencia a la baja. En esta situación se hace por tanto más urgente y prioritario que nunca preservar la actividad empresarial como creadora de riqueza y puestos de trabajo. Presionar a la empresa con tributos, no escuchar sus demandas en la mesa de diálogo social y, lo que es más grave, tomar decisiones de gobierno que van en contra de lo que dicta la lógica en un momento como el que vivimos, solo puede traer más efectos negativos.

La colaboración público-privada es un camino directo hacia la recuperación y para eso necesitamos más implicación y más compromiso del que hemos visto hasta ahora. El empresariado busca siempre una relación cercana y constructiva con las distintas administraciones, movido por el interés general. Y esto es lo que motiva todos los pasos que damos en simplificación administrativa, acceso a la financiación o mejora de infraestructuras, temas fundamentales para que las empresas sigan siendo competitivas.

Pero mucho deben cambiar las cosas para acompasar el ritmo de la política al de la empresa. Se anteponen otros intereses que son ajenos a las prioridades que nos mueven como empresarios y que provocan parálisis, justo lo contrario que necesitamos ahora mismo. La traducción inmediata de esto es el desencuentro en lugar del encuentro y que razones que poco tienen que ver con las necesidades de la empresa se antepongan a lo realmente importante.

En 2023 habrá elecciones autonómicas y municipales, lo que significa que en muy pocos meses se hará paréntesis en la actividad institucional, con todo lo que eso conlleva. Será el momento de ver cómo queda el nuevo mapa y cómo se reorganizan los equipos que ejecutarán los presupuestos, que ya sabemos que están condicionados en más de un 85% por el gasto sanitario, social y educativo.

Escaso margen queda por tanto para la inversión productiva, lo que implica ser muy escrupuloso en la gestión de cada euro que se destine a la economía real y así lo demandaremos al Ejecutivo autonómico.

Este fin de año viene marcado además por la noticia, recibida con poca algarabía, de la llegada de la alta velocidad a la Región. Poco tiene que celebrar el hecho de que el primer tren AVE entre a Murcia veintidós años después del Pacto de San Esteban, donde se firmó un acuerdo en virtud del cual esa llegada habría de producirse en tiempo y forma similares en las principales ciudades levantinas. En Valencia y Alicante está funcionando desde 2010 y 2013 respectivamente, así que estaría todo dicho si no fuera porque las frecuencias proyectadas distan mucho de satisfacer los intereses de esta región. Un despropósito en toda regla del que hay que responsabilizar a cinco presidentes regionales y quince consejeros de Fomento.

En cualquier caso, bienvenida sea esta nueva conexión si va a propiciar más movilidad a los murcianos pero, sobre todo, más opciones para que vengan más visitantes a Murcia. Y siempre teniendo en cuenta que después de la capital faltarán las paradas de Cartagena y Lorca, esta última vital para recuperar la conectividad con Andalucía, perdida en los ochenta y que ahonda aún más en la vergüenza de las infraestructuras ferroviarias de nuestra región.

Menos claro aún queda el panorama en lo tocante a la situación hidrológica, marcada por una climatología cada vez con menos lluvias y menos agua procedente de la cuenca del Tajo por los sucesivos recortes que está sufriendo el Trasvase.

Por unas razones u otras, esta región necesidad liderazgo y unidad de acción para que el Gobierno central, sea del signo que sea, sea consciente de que la Región de Murcia existe y exige dejar de ser el furgón de cola en esta España a cuyas desigualdades y desequilibrios está contribuyendo aún más el Gobierno de la nación por las obligaciones y compromisos desgraciadamente adquiridos con sus socios.

Tenemos un nuevo año por delante lleno de retos y no van a faltar los ánimos y las ganas de trabajar por ellos. Ojalá 2023 cumpla nuestras expectativas de mejora.