La posverdad y la desvergüenza
La corrupción es corrupción, la ejecuten miembros del PSOE, del PP o de cualquier otro partido político
Hace ahora noventa años que Ortega y Gasset acuñara el término de 'la rebelión de las masas' y nos advertía sobre cómo las masas irrumpían ... en todos los ámbitos y cómo ello conllevaba el desbordamiento de las estructuras culturales y políticas que la civilización había asentado a lo largo de los siglos.
Treinta años después, en la década de los sesenta, fue Marshall McLuhan el que acuñó el término de 'la aldea global' y advertía de la influencia de los medios de comunicación electrónicos sobre esa sociedad de masas que había definido Ortega. «El medio es el mensaje» es la más célebre frase de Mcluhan, con la que nos decía que las técnicas que masifican la comunicación social son un fenómeno central de los nuevos tiempos y la cultura audiovisual nos iba a dominar, individual y colectivamente, tal cual ha sucedido.
Poco después, Guy Debord ya teorizaba sobre 'la sociedad del espectáculo', entendiendo por espectáculo los valores representados por los medios de comunicación, de modo que nos sugieren la creencia de una realidad artificial como si fuese nuestro medio natural. Más recientemente Vargas Llosa, en su libro 'La civilización del espectáculo', nos habla de los valores vigentes ocupando el lugar principal el entretenimiento, que es un ideal de vida perfectamente legítimo, pero convertir nuestra propensión natural a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias, tales como la generalización de la frivolidad y en el campo específico de la información la proliferación del periodismo irresponsable, de las 'fake news' y el campo abonado para la posverdad.
Estos días hemos asistido a la sentencia del juicio de los ERE en Andalucía, el mayor caso de corrupción política en la reciente historia democrática de España, que ha condenado, por ahora, por malversación de fondos públicos a dos expresidentes de la Junta de Andalucía y del PSOE andaluz, en el caso de Manuel Chaves también presidente del PSOE nacional entre los años 2000 al 2012. Un total de 12 condenados y 680 millones malversados de unos recursos presupuestarios destinados a los que más los necesitan, las personas que no tienen un empleo, y en una región a la cabeza del paro de España y con una provincia como Cádiz que tiene el triste privilegio de ser la de mayor paro de Europa. Una corrupción no individual sino estructural, un sistema clientelar al servicio del PSOE andaluz y con episodios de droga y prostitución poco edificantes cuando poco. Un caso que tiene casi 150 piezas separadas y más de 500 imputados, y seguramente estamos ante la punta del iceberg.
Una vez hecha pública la sentencia, aún no conocemos la opinión del presidente en funciones y secretario general del PSOE, hemos tenido como principal reacción dentro de ese partido la de su número tres, el ministro en funciones José Luis Ábalos, quien literalmente ha dicho: «No es un caso del PSOE sino de antiguos responsables de la Junta». Reconociéndole a Ábalos una desvergüenza notable, lo que el número tres socialista intenta con ese mensaje es establecer social y mediáticamente la posverdad del PSOE. Una cosa es el PSOE y otra la Junta, como si los exconsejeros y expresidentes condenados hubiesen llegado a los cargos en la junta de Andalucía presentándose a las elecciones por una asociación de electores ajena totalmente al partido socialista. Lo preocupante con todo no es que Ábalos o el PSOE intente establecer esa posverdad, sino que algunos de los principales medios de comunicación de este país titulen y editorialicen apuntalando esa posverdad. La sociedad del espectáculo en plenitud, la posverdad rampante.
Veamos, eso que se ha dado en llamar la posverdad, no es otra cosa que una mentira. La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero. El relato de Ábalos es una mentira absoluta que él pretende imponer, con la ayuda inestimable de algunos medios de comunicación, como la posverdad, claro que para ello hay que tener la desvergüenza de la que goza el ministro en funciones, para poder realizar tales afirmaciones en público sin tan siquiera ruborizarse.
Creo que en la sociedad actual los políticos tienen una alta dosis de responsabilidad del espectáculo en el que estamos inmersos, y que la corrupción es corrupción, la ejecuten miembros del PSOE, del PP o de cualquier otro partido político, pero no es menos cierto que, como anticipase McLuhan, los medios tienen una alta responsabilidad en esta sociedad del espectáculo y en el sostenimiento de esas mentiras que ahora llaman posverdad.
Como reza en la lápida de McLuhan, por cierto con tipografía digital, 'La verdad os hará libres'. La posverdad, es decir la mentira, no nos hará libres con toda seguridad.
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