No politicemos el meteorito
ESPEJISMOS ·
Mete uno el pie en un partido, como el quesero de Lorca en el de las tres letritas, y acaba desinformado, pasando mazo de vergüenza 'ajena'«No polemicemos», dijo ningún tertuliano nunca. «A ver, relaja la raja que Dios tampoco es 'taaaaan' importante» es una frase que jamás le he ... oído a cura alguno. «Pues también podrías desayunar fruta algún domingo» no va a salir de la boca de la churrera de mi plaza. Normal. Honestidad que le dicen. Lo que ya no es tan normal, amiga date cuenta, es la frecuencia con que ciertos políticos de derecha enuncian que «no hay que politizar» esto o lo otro. Menos mal que aún nadie me ha retado a tomarme un chupito cada vez que lo oigo. «No, con ese chupito no voy a poder», dije yo nunca.
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Volviendo. 'No mires arriba', como traducción, no está mal, pero también habría quedado bien 'No politicemos el meteorito', que en la peli es la frase favorita de (alerta 'spoiler') esos personajes con billete en la nave de salvamento. Politizar es mal. Mete uno el pie en un partido, como el quesero de Lorca en el de las tres letritas, y acaba desinformado, pasando mazo de vergüenza 'ajena' (sic) tras asaltar un pleno municipal y en libertad con cargos. Lo mejor es no meterse en política, como dicen que decía Franco. Porque entiéndase bien esto: el proceso de décadas que ha convertido Lorca en una macrogranja con viviendas intercaladas no ha tenido nada que ver con la política. La votación del lunes, para tratar de alejar unos metros de las residencias los criaderos futuros, sí. Eso sí era politizar. ¿Lo veis claro ya? ¿No? Me alegro. Ni yo. Tampoco veo claro el queso de cerda, ya que estamos.
Despolitizar algo es probablemente la operación más política (en el mal sentido) que existe. Tras ese «no politicemos Eurovisión» se esconde una maniobra en la oscuridad para censurar cualquier tipo de contenido feminista o lengua distinta al castellano y trapichear con los derechos de la canción ganadora. Lo que viene siendo politicucha de la de toda la vida. Si te creíste lo del voto popular, pagaste tu SMS y ahora te jode descubrir que todo era un paripé, sí, lo adivinaste: estás politizado. Deja ya de linchar a la pobre Chanel, maníaco bolchevique.
Si atendemos a la sociología de nuestro país, uno de los de la OCDE que más rechazo manifiesta hacia sus partidos y sus políticos (los señalamos como uno de los principales problemas de nuestra sociedad desde hace décadas), las connotaciones negativas de palabras como 'politizar' o 'ideología' son un síntoma poco sorprendente, pero sí preocupante. Millones de españoles se sienten fuera de la política, o más bien creen que existe un afuera, un espacio seguro que defender a toda costa de la politización, un sentido común que vienen otros a desbaratar con su ideología. Nuestra democracia debería trabajar para recuperar a esta parte de la población, más vulnerable a la manipulación ultra. En lugar de eso, encontramos al primer partido de la oposición alentando, al alimón con la ultraderecha, el asalto a un ayuntamiento porque «se juega con el pan de muchísimas familias» (Fulgencio Gil). Y recurriendo sistemáticamente (desde su cómodo carguito, hay que reírse) al truco del almendruco de «están politizando» y «maldita ideología».
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Están politizando. El Mar Menor, el soterramiento, la violencia de género, la España vaciada, el derecho a la vivienda, los derechos humanos. Todo politizado, huyamos. Hablemos de otra cosa que no tenga ideología. El sexo de los ángeles, por ejemplo. Huy, no, que suena a Ley Trans. 'Oquei' pues pon la tele y cállate. Ah muy bien. Nada de política por aquí. Qué descanso.
De tanto repetir que politizar es mal, parecen haberse creído que degradar la política que les paga sus abultadas nóminas es genial. Estos días hemos visto a toda una señora consejera de Educación y Cultura llorando por las esquinas porque no se siente apoyada ni por sus compis de ultransfuguismo ni por el Gobierno regional que le compró la firma. Que está barajando dimitir, dice. El chiste se cuenta solo, y daría risión, pero luego recuerdas que controla un presupuesto anual de 1.445 millones de euros públicos y se te pasa. Y, si no se te pasa del todo, te puedo contar lo que ha ocurrido con el director general de Carreteras. Señores políticos murcianos, politicen ustedes una miaja de vez en cuando. Con ideología incluso. Casi que lo preferimos a lo otro.
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