Secciones
Servicios
Destacamos
La semana pasada se generó en nuestra universidad un jugoso debate a raíz de una entrevista al filósofo Paco Calvo en la que hablaba sobre ... la posible inteligencia de las plantas. El alcance de la discusión sobrepasa el mundo académico y tiene connotaciones sobre nuestro futuro comportamiento. Podría servir como ejemplo lo que ocurre con los animales, y llevando al extremo el símil, imaginar que en un futuro habría que tener cuidado al comerse un brócoli hervido. Como el asunto me pareció a la par fascinante y divertido, pensé en darle algunas vueltas y compartirlo con ustedes.
La inteligencia para algunos consiste en resolver problemas complejos, como una ecuación diferencial. Para otros es saber cómo responder a una fugaz mirada. En la comunidad científica, el término tiene más precisión, aunque no menos debates. Y hay quienes están llevando la discusión más allá de los humanos, los animales o incluso las máquinas, afirmando que las plantas también podrían ser inteligentes. El concepto de inteligencia se asocia a capacidades como aprender, adaptarse y resolver problemas. Con ese marco, no es raro que haya quien piense que ciertos animales merecen el título de inteligentes. Pero ¿las plantas? Además de Paco Calvo, otros científicos como Stefano Mancuso sostienen que las plantas presentan una «inteligencia descentralizada». Aunque no tienen un cerebro, sus raíces y sistemas bioquímicos les permiten tomar decisiones, comunicarse y adaptarse al entorno de formas que no son tan distintas de las que emplea un animal. Mancuso sugirió que la división entre seres inteligentes y no inteligentes es una mera construcción humana que deberíamos replantearnos.
Por ejemplo, las plantas pueden detectar cambios en su entorno, como la presencia de luz, nutrientes o incluso depredadores, y responder a ellos. Hay experimentos en los que las raíces de ciertas plantas evitan zonas contaminadas del suelo, y algunas especies emiten señales químicas para alertar a otras de una invasión de insectos. Hay científicos que ven estas capacidades, no como simples automatismos, sino como la evidencia de una forma de inteligencia.
Pueden imaginar que no todos en la comunidad científica están dispuestos a aceptar esta visión y consideran que llamar inteligentes a las plantas es un abuso del término. Las respuestas en los vegetales son el resultado de procesos evolutivos y bioquímicos refinados, pero no hay evidencia de que impliquen algo remotamente cercano a la toma de decisiones consciente. Daniel Chamovitz, autor del libro 'What a Plant Knows', admite que las plantas son increíblemente sofisticadas, pero rechaza que puedan clasificarse como inteligentes.
Y aquí está el quid del asunto: ¿dónde trazamos la línea? Si ampliamos el concepto de inteligencia para incluir a las plantas, se podría imaginar un mundo donde los derechos de las plantas se conviertan en otro tema de debate político. Quizás surjan movimientos para defender a las zanahorias del sufrimiento o impedir la 'opresión' que sufre el césped. Los defensores de esta perspectiva no solo ven en las plantas una inteligencia individual, sino una capacidad colectiva que supera la de los humanos. Las plantas, dicen, han existido por más tiempo, se adaptan sin destruir su entorno y, en cierto sentido, son más eficientes que nosotros. Este argumento ha llevado a reflexionar si debemos replantearnos nuestra relación con el mundo vegetal, no sólo por cuestiones éticas, sino por lo que podemos aprender de ellas.
Sin duda esto tendría implicaciones en nuestras vidas. Reconocer una inteligencia vegetal podría transformar desde la agricultura hasta la dieta. Si las plantas tienen derechos, ¿deberíamos dejar de comerlas? ¿Qué alternativas nos quedarían, más allá del aire y la luz solar? Quizás un día debamos pedirles permiso a los arbustos para podarlos o enfrentarnos a una revolución verde en la que los cactus sean los primeros en demandar justicia. Hay quienes ven en estas discusiones un intento de antropomorfizar a las plantas, proyectando en ellas atributos humanos que no tienen. Por supuesto, esta polémica no se detiene en el ámbito científico. Los movimientos medioambientales podrían abrazar la idea de la inteligencia vegetal como una forma de promover prácticas más sostenibles. Y la industria agroalimentaria podría enfrentarse a dilemas éticos y legales nunca vistos.
La discusión sobre la inteligencia vegetal desafía nuestras concepciones tradicionales de inteligencia, y nos enfrenta a preguntas incómodas sobre cómo definimos y valoramos la vida. Si aceptamos que las plantas son inteligentes, ¿deberíamos reconsiderar nuestra superioridad como especie? Tal vez, los humanos no seamos tan excepcionales como pensamos. Mientras tanto, ahí están las plantas, silenciosas y eficientes, detectándonos mientras debatimos si su existencia merece llamarse inteligente.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.