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La oposición en tiempos de crisis

Así me parece ·

¿De verdad podremos responsabilizar a Pedro Sánchez del origen y consecuencias de la epidemia de coronavirus?

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Domingo, 29 de marzo 2020, 03:33

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En España, nunca ha habido unanimidad sobre cómo debe ejercerse la oposición. Ni en tiempos normales, ni ahora, en tiempos de crisis. Unos decimos que la oposición ha de ser leal. Pero ¿qué lealtad es exigible? La lealtad no es incompatible con la firmeza, ni siquiera con la contundencia y la dureza. No obstante, exige acotar algunos temas, como la política exterior, la lucha contra toda clase de terrorismo y la unidad de España, entre otros, en los cuales la crítica ha de ser discreta, y la oposición debe trabajar para llegar a consensos con el Gobierno. En los demás temas, el deber de lealtad exige a la oposición respetar algunas reglas: se ha de aceptar el resultado de las urnas y, en consecuencia, no impedir que la composición de los órganos constitucionales reflejen la proporcionalidad parlamentaria resultante de las elecciones; se ha de respetar a las personas y a las ideas de los adversarios políticos, en cuanto que todos reflejan el pluralismo social. Y, en la medida de lo posible, las críticas de la oposición deberían ser moderadas y constructivas, sin incurrir en insultos ni descalificaciones personales y ofreciendo siempre alternativas razonables y posibles, que no sean una simple sarta de ocurrencias llamativas.

Sin embargo, otros sostienen que la oposición ha de ejercerse como una lucha sin cuartel, sin tregua alguna, aprovechando cualquier resquicio, aunque no sea real, para introducir el insulto a las personas, la descalificación absoluta a sus ideas, y la ridiculización de la acción del Gobierno. Muchas bases de los partidos apoyan esta forma de ejercer la oposición. Les dicen a sus dirigentes: «Dadles caña a estos sinvergüenzas». O dicen en las redes sociales: «Sánchez es un sepulturero, pásalo». Y es que, en España, hay mucha gente que considera que, si los suyos no están en el poder, para derribar al Gobierno de turno, todo está permitido. Incluyendo banalidades, memeces, mentiras y crispación social.

¿Cómo habría que ejercer la oposición en estos tiempos de epidemia? Los jóvenes políticos actuales son reacios a escuchar consejos. Cuando yo estaba en la política activa, tampoco hice caso a los que me dieron algunas personas mayores. Y también consideré que era una pérdida de tiempo escuchar a personas viejas, seguramente desfasadas, y seguramente fracasadas. Pero el desinterés de los políticos por oírnos no ha de ser obstáculo para decir lo que creamos conveniente. Y en esta situación de grave crisis, se les podría decir unas cuantas cosas:

1. Cuidado con lo que se dice y con lo que se critica, no vaya a ser que las palabras y las críticas se vuelvan contra el que las pronuncia. Si tienes el tejado de vidrio, no tires piedras al tejado ajeno. Cuando yo era presidente regional de Alianza Popular, en un pueblo teníamos como presidente local a un hombre muy inteligente y eficaz, pero era mujeriego, bebedor y jugador. No fallaba a ningún palo. Se empeñó en que Fraga, en una de esas giras que hacía por la Región, visitara su pueblo. Y lo consiguió. Una mañana de sábado celebramos allí un mitin. El viejo teatro estaba a rebosar, con gente de pie en los pasillos. Comenzó hablando el presidente local. Dijo que, a diferencia del PSOE, AP defendía la familia, y los principios cristianos de nuestra sociedad. Entonces un joven gritó desde el gallinero con un potente vozarrón: «D. José, vamos a callarnos; vamos a callarnos...». Y todo el teatro se echó a reír. Le tuve que explicar a Fraga lo que pasaba.

2. Desde enero, las noticias de China venían para todos. Y las competencias de Sanidad están descentralizadas. Les corresponde a las comunidades autónomas proveer a sus respectivos sistemas de salud de los medios necesarios para luchar contra el coronavirus. ¿De verdad solo ha pecado de falta de previsión Pedro Sánchez?

3. ¿Quién apoyó los recortes presupuestarios a la Sanidad? ¿Quién intentó privatizar parte del sistema sanitario público de Madrid o de Valencia?

4. Cuando se estudia la carrera de Derecho como Dios manda, y no en cursos acelerados en universidades periféricas, se aprende lo que es la fuerza mayor. La Jurisprudencia del Tribunal Supremo define la fuerza mayor como «acontecimiento que, aun cuando se hubiese previsto, habría sido inevitable». Y el Código Civil dice: «Nadie responderá de aquellos sucesos que no hubieran podido preverse o que, previstos, fueran inevitables» (artículo 1105). El Derecho es sentido común. ¿De verdad podremos responsabilizar a Pedro Sánchez del origen y consecuencias de la epidemia de coronavirus?

La oposición debería medir sus fuerzas. Y darse cuenta de que el horno no está para bollos. Ni los españoles para ocurrencias, mentiras o gracietas. Soy consciente de que no se me hará caso. Me da igual. Tampoco escribo para ellos.

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