El nombre de la rosa
APUNTES DESDE LA BASTILLA ·
'Solo sí es sí' parece obra de ingeniería lingüística, pero cabe recordar que Sánchez llegó al poder tras una moción de censura y cantar a los cuatro vientos que 'no es no'La rosa no dejará de ser rosa, de esparcir su aroma, le dijo una Julieta enamorada a Romeo, para convencerlo de que renunciase a la ... sangre Montesca y se marchasen juntos a prodigar su amor fuera de Verona. Tras los muros de la ciudad italiana, alejados de los balcones donde por la noche se cantaban serenatas, les esperaba un mundo de libertad, que en las tragedias de Shakespeare suele significar la supervivencia. Pero llegaron tarde al encuentro y todos sabemos cómo acabó la obra. Muertos los dos, la rosa seguía siendo una rosa, por más que se la mirase.
Julieta ya sabía, días antes de morir, que su amor no tendría éxito si continuaban manteniendo la misma identidad con la que habían nacido. Un hombre no se hace solamente por el apellido que tiene, sino por sus acciones, le decía la joven Capuleto. Pero Romeo le respondía que Montesco se nacía, y de eso no se podía desprender uno. Más allá de debates terminológicos, de rosas y amores imposibles, nuestro Gobierno parece afincado desde que empezó la legislatura en una suerte de Verona medieval. Ha convertido sus pasillos ministeriales en callejones estrechos donde corren las puñaladas a la luz de la luna. Cuando brilla el sol, las dos familias gobernantes se sonríen, se dan la mano en público y juran amor eterno, tan eterno como la belleza de una rosa, por supuesto. Ahora que se acercan las elecciones, los primos Montescos y Capuletos, socialistas y podemitas, afilan los cuchillos. Apenas quedan ya restos de amor en la mesa del Consejo de Ministros, ni Pablo Milanés que cante la pérdida.
El último desencuentro promete eternizarse. Las palabras se cruzan en la plaza pública. Ya no son necesarios los mensajeros, los esbirros que entreguen cabezas de caballo bajo las sábanas ni advertencias en forma de sutiles anagramas. Los clanes familiares que forman el Gobierno han soltado amarras y no habrá nadie que detenga las riñas hasta después de las elecciones. Esa es la noche escogida, en la que brillan las estrellas y las antorchas se apagan para que los amantes puedan huir. El PSOE y Podemos comparten el mismo espacio electoral, y eso es lo mismo que reconocer que dependen del mismo oxígeno para respirar. Si siempre han sido un matrimonio mal avenido, ahora ya no disimulan en guardar las apariencias. Los socialistas sufrieron una catarsis de amor en los últimos comicios. Pasaron de no dormir por las noches a entregar su lecho lleno de rosas. El partido que orbita al son radiofónico de Pablo Iglesias quiso cambiar el mundo y ahora solo aspira a mantener la nómina de sus ministros. Hoy sueñan no encontrarse al otro lado de la cama.
El puñal que ha desatado la reyerta final es una ley que poco tiene que ver con la luminosidad de las rosas. El tópico latino, actualizado por Umberto Eco en una novela de asesinatos, auguraba que una rosa es una rosa, por más que la mirases. De esta forma, Irene Montero tituló su ley con un principio de identidad sencillo y rotundo. 'Solo sí es sí' parece obra de ingeniería lingüística, pero cabe recordar que Sánchez llegó al poder tras una moción de censura y cantar a los cuatro vientos que 'no es no'. Qué época de verdades absolutas. Pero la criatura de Montero no desprende fragancias aromáticas por los pasillos de la Justicia española. Según datos facilitados por el propio Ministerio, en las cárceles españolas hay más de tres mil presos que cumplen pena por delitos de índole sexual. A día de hoy, la cuenta de beneficiados por las rebajas penales que aplica la nueva ley supera los 400. El dato es más claro que la luna que iluminó a los amantes el día de su fuga. En dos meses, más del 10% de los violadores de este país han visto reducidas sus condenas e incluso algunos han salido a la calle, ya alejados de las murallas de Verona.
Pensarán las familias italianas que estos errores son asumibles en pos del matrimonio. Así lo dijo Sánchez, ante el impacto de los primeros violadores mirando el sol de la libertad. Luego se avino a modificar ciertos artículos, como quien remeda un vestido roto. Y el motivo no estaba en aquellas pobres víctimas que deben soportar día a día la humillación de saber que su agresor está en la calle, dispuesto, Dios no lo quiera, a repetir sus fechorías. La justificación esgrimida es pura farsa shakesperiana. Tiene miedo a perder votos. Con la sangre ya en la plaza pública, los Montesco argumentan que sus manos están limpias, y que nada hay de su sangre manchando los balcones de la ciudad. Pero todos sabemos que en sus armarios, en el interior de sus palacios, se esconden los cuchillos manchados, al mismo nivel que los Capuletos. Una rosa es una rosa, y el hedor de cientos de violadores beneficiados huele incluso en las calles de la Verona más corrupta.
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