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Fotografía: Pepe H. | Tipografía: Nacho Rodríguez
Menuda izquierda, menudo PP

Menuda izquierda, menudo PP

Una palabra tuya ·

Al actual PP de Pablo&Teodoro y al Ciudadanos de Albert&Inés les toca demostrar ahora si en efecto no son como niños

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Lunes, 10 de diciembre 2018, 22:31

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Pues sí, ya lo ve usted, en esto también ya somos europeos; solo era cuestión de un poco de paciencia para que diera sus frutos la impaciencia, la desorientación, la ignorancia, la pegajosa demagogia de corral; las cuatro han florecido como peligrosas espinas al vapor desinformado y manipulado de un baño María calentado por la corrupción política, la mediocridad política, las torpezas políticas, la inaceptable desigualdad social, los tocamientos de huevos del 'procés', el ocio hueco como sustituto de la cultura; la educación endeble auspiciada por los centros docentes, las leyes gubernamentales y los padres a tiempo cada vez más parcial, iletrados a tiempo cada vez más completo y enganchados como niños a las nuevas tecnologías en cuanto que pueden. Ah, y Federico Jiménez Losantos de postre. Ya nos parecemos en algo más a Europa y, como siempre que damos un nuevo paso en falso, no para bien sino para mal; es decir: aquí tenemos ya bien peinada y presentada en sociedad a nuestra propia, particular y muy españolísima extrema derecha, llamada Vox para los amigos y fans; de momento, en pañales pero muy venida arriba gracias al ¡voto andaluz!, que con la velocidad del rayo que no cesa se ha olvidado por completo de Miguel Hernández y de su 'Para la libertad' que cuenten con nosotros.

Hablemos claro: Vox ha llegado, con su rejoneo de postín, su bata de cola, sus toros sin minifalda, su 'España: una, grande y libre', su copita de anís en la sobremesa, su falta de ideas útiles frente a los verdaderos problemas, su intolerancia a la pluralidad y a los nuevos tiempos, y sus ganas de tocar las campanas y las castañuelas de la cerrazón, porque el PP ha fracasado en su obligación de construir una derecha tan civilizada como fiable, tan fuerte como necesaria para la salud democrática, y porque la izquierda sigue haciendo de las suyas -o sea, bobadas- y negándose a aprender la lección: desunida, perezosa, endogámica, divina ella, poco dada a batirse el cobre, y amiga de mucho hablar y mucho quejarse pero poco hacer. La abstención de los socialistas andaluces ha sido una vergüenza mayúscula, y un acto lamentable de una irresponsabilidad 'ídem', en plan 'si no hay Casera, nos vamos'. Estarán contentos.

Los doce escaños como doce apóstoles de Santiago Abascal que ha logrado conquistar Vox en el Parlamento Andaluz forman parte ya de la Historia de la Democracia española, que ha debido esperar hasta finales de 2018 para tener que empezar ya muy en serio a ver cómo se las compone ahora para que no se le atraganten las próximas doce uvas, las próximas elecciones locales y autonómicas, y las próximas elecciones generales, cuya convocatoria anticipada siempre en el aire parece estar inspirada en la letra de 'La Tarara': «La Tarara sí, La Tarara, no...». Y así.

La 'doña Susana Díaz de Andalucía', que se creía una especie de Sábana Santa de Turín, se ha llevado un sopapo electoral que por poco la hace caerse de morros en la barca mortuoria de Caronte, mientras que Podemos e Izquierda Unida tienen todavía mucho que aprender, que demostrar y que bajarse del siguiente terco burro: no es a su lenguaje a veces de matones adolescentes a lo que Vox -«¡polvo, sudor y hierro, el Cid cabalga!»- más va a temer. Más inteligencia y astucia, más José Luis Sampedro y menos Monedero vacío. En cuanto al actual PP de Pablo&Teodoro -una vez aposentada Soraya Sáenz de Santamaría en sus cuarteles de invierno del Consejo de Estado- y al Ciudadanos de Albert&Inés, les toca demostrar ahora si en efecto no son como niños -¡faltaba José María Aznar reivindicándose como guinda del pastel conservador!- y estarán a la altura de miras en la que se mantienen las más respetables formaciones conservadoras de las democracias consolidadas: con la extrema derecha no se juega con fuego.

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