Marianne y Leonard, palabras de amor' se llama el documental, una historia preciosa sobre el cantante de voz cavernosa y la mujer que inspiró sus ... mejores letras. Uno lo ve y le entran ganas de irse a las islas griegas a tomar el sol, oler el mar y agavillar atardeceres mientras espera a que esto escampe, pero luego se acuerda del bicho y de que nada escampará hasta que este tren no pase. Para qué el sol, el mar y el ocaso si todo está opacado por el virus. Ambos vivieron una historia hermosa y tormentosa a un tiempo, como tantas que nadan entre el cielo y el infierno. Una broma de Cohen en un concierto lo resume como nada. Dice: «Al principio vivíamos juntos todo el año; más tarde seguíamos viviendo juntos seis meses al año; luego, seguíamos viviendo juntos unas semanas al año; al final, seguíamos viviendo juntos dos días al año». Dos días, buf, parecen pocos, pero quién los tuviera sin bicho –1.700 casos ayer– cuando esto parece cada día más acuclillado y lejos de arreglarse.
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