Es incomprensible a estas alturas que María Teresa Cervantes, a sus 92 años, no haya sido propuesta ni reconocida como Hija Predilecta de Cartagena. Virtudes ... y valores tiene, son de sobra conocidos, y, por si hubiera dudas, ahí queda el último documental del académico de cine Primitivo Pérez, 'La eternidad de las palabras' (2023), proyectado esta semana en la Filmoteca Regional 'Francisco Rabal' y dedicado a su figura y a su fascinante trayectoria, compuesta por más de 33 libros. Su vida es también increíble. ¡Conoció a Sartre!
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No hay tantas mujeres en la Región de Murcia que hayan tenido un protagonismo tan prolongado en la poesía española en el siglo XX, pero María Teresa las trató a todas ellas. Sobre todo a María Cegarra, su gran amiga, alentadora de su mirada creativa, compañía puntual en la distancia, a través de la correspondencia, cuando la autora de 'Ventana de amanecer' (1954) abandona Cartagena para instalarse en París –por 8 años–, y luego en los Pirineos franceses, Barcelona y Bonn –por más de 30 años–. Pero también a Carmen Conde, a la que acompañó en 1955 a Orihuela a la Asamblea de Poetas y Escritores del Sudeste. María Teresa es historia, memoria, despertar, serenidad, intento continuo de descifrar con verbos e imágenes los misterios de un cosmos demasiado críptico.
María Teresa Cervantes es, según la investigadora y nueva académica correspondiente de la Real Academia Alfonso X El Sabio María Victoria Martín González, autora del prólogo de 'En los grises del Rhin' (Torremozas, 2023), último libro de María Teresa, «una mujer que atrapa, que cautiva, una persona deslumbrante. Una palabra la define: la valentía. Teniéndolo todo como lo tuvo quiso romper con su vida acomodada y se lanzó a descubrir el mundo. Una mujer extraordinaria que capta la esencia de la vida y la transmite en su poesía. María Teresa Cervantes ha sabido sacar partido a lo que otros temen: la soledad. Ella es libre en su soledad». La poesía es agua de placer.
La obra de María Teresa merece ser leída, porque sus palabras recorren la vida, la suya, aunque vale, seguramente, para explicar la de cualquier ser humano. Ella sigue aún buscándose, y reencontrándose imaginariamente con amigos que ya no están, ya sea el escultor Antonio Campillo, de quien escribió una biografía, o el pintor alemán Manfred Weil, a quien dedica 'En los grises del Rhin', donde dice: «El tiempo: ruiseñor muy callado / que se aparta del mundo desde su amanecer / por distintos espacios sin volver la mirada. / ¡Ese universo abstracto tan tuyo, tan vivido, que regresa de nuevo a mis días de ahora!». Vivir es existir y crear para esta testigo del Mayo del 68.
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