Su futuro depende de usted
No hay conciencia, pareciera, de los problemas que nos acechan y las amenazas que se ciernen sobre nuestra libertad
Es notable la extendida sensación de que la libertad es un intangible que nadie nos va a arrebatar nunca. Uno pasea por los medios, por ... la calle, por donde quiera que la opinión pública puede pulsarse, y saca inmediatamente la conclusión de que todo el mundo es iusnaturalista clásico. No hay riesgo aparente de que nada pueda quitarnos la libertad, que nos corresponde por el mero hecho de ser humanos, naturalmente –término aquí usado en toda su extensión–. Eso es lo que se desprende de la actitud de una buena parte de la sociedad. Y así, relajados, sin concebir peligro alguno, van nuestros pares por la vida con la tranquilidad del alucinado.
Claro, cuando uno asume por un momento la visión de un moderado iuspositivista, o simplemente echa un vistazo al mapa del mundo deteniéndose en la situación que atraviesa la mayor parte de la humanidad, toma conciencia de que aquí, en Murcia, en España, se ha creado una ilusión que impide ver la realidad de las cosas. No hay conciencia, pareciera, de los problemas que nos acechan y las amenazas que se ciernen sobre nuestra libertad.
Sin embargo, el riesgo es cierto, los desafíos son permanentes y las contingencias son numerosas. Y el principal problema es que poca gente parece ser consciente. La sensibilización es necesaria, pero luego, ¿qué hay que hacer? Resulta siempre ilustrativo ver cómo se ha percibido intelectualmente la cuestión, incluso desde el punto de vista artístico. En el cine de Wes Anderson, por ejemplo, la trama suele girar en torno a un personaje principal atrapado en una situación opresiva y de falta de opciones que lucha por prevalecer y defiende su fe en la individualidad y la libertad personal. Desde una cosmogonía reducida a un mundo cerrado y, normalmente, la óptica de un líder, se demuestra el carácter libre del protagonista que se impone (o lo intenta) a través de un proyecto vital de lucha y superación, que no asume nada más que su propia vulnerabilidad y actúa guiado por la necesidad de hacer frente a la amenaza sobre su modo de vida.
Qué difícil es ser optimista, a la luz del nivel de debate en la sociedad de hoy
El wéstern ha sido también un terreno cinematográfico en el que se ha cultivado la idea de libertad y se ha glorificado su defensa. John Wayne, en cualquier película de John Ford, se ve obligado a usar la violencia para defender una idea de orden en una sociedad libre, en la que él mismo no tiene cabida, lo que inevitablemente le sume en la melancolía y nos hace más conscientes del sacrificio que implica. Hay más heroicidad, mayor compromiso del hombre que quiere ser libre con la defensa de la libertad amenazada.
En fin, por lejos que llegue John Wayne o los personajes de las películas de WA, que es mucho más de lo que alcanza el vecino del quinto, habría que ver cómo encaja esto en la visión de Popper, el gran patrono de la libertad y las sociedades abiertas. Para él, un mundo cerrado como el de Wes Anderson se halla en las antípodas del modelo de sociedad abierta en el que se ponen en libertad las facultades críticas del hombre. Quizás John Ford está más cerca de asociarse a una idea tendente a ponderar una superestructura y calibrar su idoneidad para proceder a introducir cambios que mejoren la libertad del individuo y, por tanto, en una línea más popperiana de valoración crítica. Y esto es, precisamente, lo que nos interesa, personas comprometidas con el ejercicio intelectual crítico y la acción, capaces de analizar una determinada situación, con suficientes elementos de juicio, y proceder en consecuencia. Pero para eso hay que tener la cabeza bien amueblada.
Desafortunadamente, la propensión creciente a adorar figuras a lo Savonarola, salvadores de pacotilla, pone de manifiesto que el número de personas que encajarían en la categoría previa es cada vez menor. Es mucho más sencillo seguir a aquel que levanta la voz contra las injusticias –que siempre las hay– que pararse a pensar en lo que está a nuestro alcance individual hacer para evitar que las cosas degeneren. Qué difícil es ser optimista, a la luz del nivel de debate en la sociedad de hoy, en la que se prefiere dejar que sean los demás los que, si quieren, se preocupen. Usted, querido lector, seguro que si ha llegado hasta esta altura de la columna es porque tiene cierto interés en tomar decisiones y dejar de mirar para otro lado.
En fin, ser ciudadano titular de derechos implica, inexorablemente, responsabilidades. Más responsabilidades que derechos, esto es así, especialmente en tiempos de turbación como los actuales. Estoy seguro de que coincidiremos en el diagnóstico y en el pronóstico, y casi seguro que en el tratamiento, aunque hay escuelas, como en todo. Lo importante, lo más urgente, es mantener la calma. 'Keep calm and carry on'.
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