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Mamá, quiero ser filólogo

APUNTES DESDE LA BASTILLA ·

Las carreras humanísticas han quedado como un jarrón exótico que exhibir en el salón cuando hay invitados para cenar

Domingo, 10 de julio 2022, 08:26

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Demetrios era un pescador de esponjas de Kálimnos. Tras décadas dedicadas al trabajo en el mar, dejó los arpones y las largas jornadas de buceo ... para pasar lo que le quedaba de vida en tierra. Se hizo amigo del filósofo helenístico Paterios, quien le enseñó a leer y le descubrió los secretos de su biblioteca. Uno a uno, Demetrios fue leyendo todos los papiros guardados en cofres, historias que describían tierras en las que nunca estaría y pensamientos tan originales que le hicieron cambiar su forma de entender el mundo. Un día, ansioso de comunicar el secreto de la lectura a su nieto, Demetrios le desveló la misma biblioteca en la que se había refugiado esos últimos años, pero el joven estaba más interesado en la vida en el mar que en esos legajos de papiro y apenas prestó atención al hallazgo. En efecto, gracias al mar se ganaban la vida la mayoría de los griegos, y de los libros muy pocos. La historia la cuenta Mario Satz en 'Bibliotecas imaginarias', pero podría traducirse a nuestros días.

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