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El Sol tiene diagnosticada una vida aproximada de 10.000 millones de años. Los científicos calculan que ha consumido ya casi la mitad de ese tiempo, es decir, le restan unos 5.000 millones. Anda, por tanto, el Sol en su Edad Media, en plena madurez, aunque ya a punto de comenzar el declive y los achaques propios de la vejez. Esos achaques nos afectarán a los terrícolas. Por ejemplo, cuando todavía le queden bastantes miles de años de vida, antes de convertirse en una enana blanca y extinguirse para siempre, el calor que provocará en la tierra será tan absolutamente insoportable que hará imposible la vida aquí. Ríase usted de los veranos murcianos. Tal vez sobrevivirán las cucarachas, que esas sobreviven a todo. Pero no habrá más bicho viviente capaz de soportar el calor que desprenderá el astro rey.

Pero, claro, bien pensado, aunque esos milloncejos no son nada en la vida del universo, son bastante tiempo. Yo, aunque soy optimista, no creo que llegue a verlo, aunque pienso cuidarme por si acaso: hoy mismo iré al Churra a ver si a Mariano le quedan todavía níscalos de temporada. Riquísimos.

Una noche, mientras esperábamos una actuación de nuestro común amigo José Menese, pregunté al físico y exrector de la Autónoma madrileña, Cayetano López, autor de un magnífico libro sobre estas cuestiones:

-Cayetano, ¿cómo lo ves?

-No te preocupes, Antonio, aunque al Sol ya no le queda tanto, ni tú ni tus hijas ni tus nietos vais a vivirlo. Tendréis una vida tranquila sin exceso de calor.

Pues nada, las sabias palabras de mi amigo me tranquilizaron y ya mi única preocupación pasó a ser cpmo estaría Menese de voz esa noche, porque de cabeza ya sabemos como estaba el pobre, que en paz descanse.

-Entonces, Cayetano, ¿me aseguras que no voy a morir de un golpe de calor a 5000 grados? -le dije.

-No, Antonio, tranquilo, si sube este año la temperatura no será nada que no puedas resolver con un abanico o con el aire acondicionado.

Así que tranquilos todos. Ahora los gases de efecto invernadero, principalmente los procedentes del carbón y del petróleo, están acelerando el cambio climático. Ya casi nadie lo duda, pero las grandes potencias no están por la labor. Y tampoco cada uno de nosotros en la medida de nuestras posibilidades. En la huerta de Murcia, relacionada con el juego de bolos, había una expresión que resume muy bien nuestra actitud: «mientras rula no es chamba».

Pues nada, ya saben que hasta dentro de cinco mil millones de años el Sol va a seguir alumbrando, así que ¿para qué abrumarnos si sabemos que a nosotros ya no nos va a pillar el apagón final? ¡Venga, más leña al fuego!

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