El tren de Murcia y los indios

LA ZARABANDA ·

De cómo la pésima situación de nuestro ferrocarril produce ocurrencias de toda índole

Domingo, 28 de noviembre 2021, 10:22

Me llama un amigo de los de toda la vida (uno de los pocos que, por desgracia, van quedando) para contarme el papelón de un ... familiar suyo, en calidad de persona y personaje de ese sainete que resume la actualidad ferroviaria de Murcia. Resulta que el viajero tomó en El Carmen un tren que teóricamente iba a llevarlo a Madrid pasando, tal como Dios nos tiene ordenado, por las localidades históricas de Cieza y Hellín.

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–Tan históricas como las subidas de la luz.

Correcto. Pues, cuando el convoy había recorrido apenas unos trescientos metros, cogió y se paró.

–Algo que se le puso delante debió de ser. Una cabra, quizás.

¡Quite usted! Las cabras (y menos estas nuestras) no son gilipollas. Se paró y ya está. Quiero decir por sí mismo. Que iba haciendo el cha-ca-chá como si nada, el jodío de él, y de pronto se esfurrió. Total, que fue preciso remolcarlo, ignoro si mediante tracción animal o usando leña de olivera, hasta la recién abandonada estación.

–Tendría que ser de culo.

Desde luego que de culo, pues no de otra manera nos lleva la Renfe actual a los de aquí de Murcia. Como consecuencia de lo anterior, el pasaje tuvo que esperar durante tres largas horas hasta que habilitaron otro armatoste. Este lamentable sucedido es uno de tantos como tienen lugar, desde que nuestra inefable autoridad regional de entonces, reunida con sus homónimos de otras regiones, acordó proyectar aquel AVE imposible. Fue cuando los gerifaltes de Madrid, Valencia, Albacete y Murcia) señalaron el trayecto futuro del futurísimo tren, sin que haya redundancia en esto.

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Comoquiera que lo ferroviario en nuestra Región es sinónimo de hecatombe rayana en la poca vergüenza, mi amigo en cuestión tuvo una ocurrencia que me parece muy afortunada. Me dijo: «Según se ha puesto de feísima la cosa del ferrocarril en Murcia, cualquier día iremos montados, no diré que tan ricamente, en el tren y si (en oyendo un '¡ju, ju, ju!' como de risotadas que viene de fuera) miramos por la ventanilla, veremos a los indios montados en sus caballos, superándonos en velocidad y haciendo mofas, como en las películas del lejano Oeste».

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