Toqueteos

LA ZARABANDA ·

Se han tocado, lo que podría llevarnos a una hecatombe (o incluso a dos hecatombes)

Estos que digo eran dos políticos de relumbrón. Bueno, de relumbrón, según se mire. Me refiero a los que salen mucho en la tele. Chico ... y chica, sí. ¡Ah, no! Perdón. Chica y chico, poniendo todo mi empoderamiento en ella. Militaban ambos (estaban apuntados, vaya) en el mismo partido. Y, nada, todo el problema era que se habían tocado.

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–¿Cómo que se habían tocado?

Pues sí. El mundo mundial estaba pendiente de si se tocaban o no. Porque de los toques o los no toques dependía el porvenir de la patria. Y, en fin, yo he visto cómo se tocaban con estos ojos que se ha de comer la tierra. No ha sido un tocamiento efusivo, aunque áspero. Digamos un toque (puede que solamente un roce) que de seguro habrán captado las cámaras. Ya veremos qué nos trae el telediario. Porque a ambos dos se les viene haciendo un agobiante seguimiento mediático.

–¿Pero quién toca a quién?

Esta es la cosa: que no se sabe muy bien. Tampoco tenemos claro si ha sido casual. Pero no parece. La relación es tan tensa que no cabe descuidarse. Algunos observadores tibios sugieren que ha sido un roce de nada. Algo que ni siquiera lo habrán notado ellos mismos, que son al fin y al cabo los presuntos tocantes.

–¿Y qué pasa si se tocan?

Bueno, no es tan fácil responder a eso. Todo depende de si hubo intención. De no haberla, el asunto no pasará de mero incidente del que no podremos extraer ninguna conclusión. En tal caso manda el protocolo. Si el toque fue buscado, habrá que distinguir entre el contacto propiamente dicho y el mero rozamiento. Su fuese esto último, todavía no podemos saber a qué atenernos. Habrá que esperar a un próximo encuentro para saber de qué va. Y entonces obrar en consecuencia.

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–Pero esto no era antes así, ¿verdad usted?

No, señor. Esta manera de hacer política es completamente nueva. En tiempos del individuo primitivo, el toque (o la mirada misma) no decía nada. Aquellos políticos eran muy bastos, los jodíos de ellos. Y se expresaban usando ese 'piazo e' maza que el macho llevaba al hombro.

Afortunadamente, hoy todo es más sutil.

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