Siempre nos quedará el 'offside'

–Ya, pero nos han robado la final.

Eso es muy cierto. La tele lo dejó claro, después de enfocar desde aquí, desde allá y desde acullá. La ausencia de gresca entre la enfadada afición, creo yo que se debe a que estamos absolutamente convencidos de que llevamos la razón. Lo cual, curiosamente, ha hecho que no larguemos más de la cuenta, ni reaccionemos chillando. Estamos jodidos, pero tranquilos. Es la mejor manera de desconcertar a los franceses. La serenidad de quienes poseemos no ya la razón, sino toda la razón.

–¿De dónde?

Del mundo, caballero. Esto no se había dado nunca en el ámbito futbolero. Ni una sola silla se ha roto en la cabeza de nadie, ni se han lanzado carretillas de fuego entre los pies, ni nos hemos puesto a llorar con escándalo. Y eso que estos días no tocaba trabajar, por lo que nadie podrá decir que no tuvimos tiempo libre para hacer el energúmeno. Nos podríamos haber enfurecido desde la habitación del hotel, desde el jardín de la casa rural, paseando por la orilla del mar o después de tomárnoslas en el bar de la esquina. Pues no. Todo discurre como si no hubiera pasado nada. Y ello se debe, como vengo diciendo, a la paz interior que nos embarga.

Pocas veces hemos coincidido los españoles (incluidos los del 'procés', fíjese en lo que le digo) como lo estamos haciendo en estos días del Pilar, no diré de la Raza para no molestar a los populistas. Ni siquiera nos molesta que le estemos dando de comer al enemigo.

–¿Mande?

Digo a Benzemá. Que ya es duro ver a uno de los nuestros –comentaba un seguidor del Real Madrid– trabajando a favor del oponente. Ni siquiera eso nos perturba.

–¿Y el que diga lo contrario?

Miente. Porque, tocante al fuera de juego, haberlo haylo como hay un dios.