El pedo embotellado

LA ZARABANDA ·

Hay un precedente mucho más higiénico y artístico, a cargo de El Pedómano

Domingo, 9 de enero 2022, 08:25

Aunque no me gusta nada la palabrica, me he quedado completamente anonadado (y con los esfínteres absolutamente bloqueados) después de leer la última página en ... LA VERDAD del viernes. No es que a mí me desagrade la emisión de pedos. Lo que me disgusta es que se haga negocio con ellos. Mas no van mis reproches dirigidos al fabricante, la señora o señorita (de profesión modelo e 'influencer') llamada Estefanía Matto, extranjera.

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Lo que me escandaliza es la clientela entusiasta que alimenta su negocio. El cual consiste en tirarse un pedo o diez y meter el resultado (gaseoso, por supuesto) en bonitos frascos de cristal. Mi estupor es todavía mayor cuando descubro que los vende a tan alto precio, que lleva ya recaudados cien mil dólares. Esta historia verdadera refleja cómo anda el mundo de ahora mismo. Cuenta Miguel Lorenci en el reportaje que la señora sigue una dieta especial, con el fin de provocarse flatulencias suficientes para mantener la fábrica abierta.

–Y tan abierta.

¡Hombre, claro! Por algún sitio tendrá que salir el gas. Alude el periodista, como precedente, a un viejo conocido mío (solo por lecturas) que ejercía como artista del pedo en los escenarios de Europa. Lorenci lo tiene por hijo de Marsella, pero yo quiero recordar que nació en Cataluña. Le pusieron el nombre de Joseph Pujol. (No me diga usted si tiene parentesco con Pujol, apóstol de la independencia catalana, y principalmente de sí mismo). Existe una biografía suya titulada 'El Pedómano', que es digna de leerse. Este caballero hacía maravillas con el ruido de sus pedos. Se colocaba una flauta en semejante sitio e interpretaba una bonita melodía. El ruido de los pedos me parece algo mucho más digno que su olor.

Como en todas partes cuecen habas, conocí yo a uno llamado El Rufi. Cuando se topaba con un grupo de zagales decía: 'Si queréis, me tiro doce pedos y medio'. Nosotros le hacíamos corro, pero era un corro ancho. Empezaba disparándolos uno tras otro (como si fueran las doce uvas en RTVE). Y cuando tocaba el mediado, emitía uno de larga duración y decía: 'Corta por donde quieras'.

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Esto es arte, no lo de la 'influencer'.

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