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Meditación para el Viernes Santo

De cómo un fariseo se distingue de un hipócrita

GARCÍA MARTÍNEZ

Lunes, 22 de abril 2019, 23:42

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Supongo que lo apropiado para estar acorde con la festividad de hoy, sería hablar de los fariseos. Es algo que no suele hacerse ningún otro día del año, aun cuando la actualidad cotidiana nos da mil y un motivos.

Hace nada murió un notable escritor, por nombre Rafael Sánchez Ferlosio. Fue autor de una novela magnífica, de color realista, titulada 'El Jarama'. Se publicó en la posguerra y obtuvo el Premio Nadal. No exagero diciendo que a los jovenzuelos de entonces nos entusiasmó. Lo cual contrasta con la actitud del propio autor respecto a su exitosa obra, pues poco menos que la repudió.

Quizás le pareció una prosa demasiado sencilla. Como de andar por casa. Digo esto porque los sucesivos escritos de Ferlosio se tornaron un tanto oscuros, debido a una buscada complejidad lingüística. Hasta el punto de que no pocos lectores potenciales decidieron prescindir de esta concreta literatura. Parecía que esto le importara poco al autor, pues siguió en sus trece hasta la hora de su muerte.

Hay un trabajo suyo, 'Restitución del fariseo', en el que sostiene que carece de fundamento la costumbre sobrevenida de asimilar la figura del fariseo a la del hipócrita. A pesar de que el propio Diccionario de la Academia nos ofrece prácticamente la misma definición para el uno que para el otro. Sánchez Ferlosio los distingue, sin embargo, y reclama (como se aprecia en el título de este trabajo suyo) poner 'en su sitio' tanto al hipócrita como al fariseo.

El fariseo -escribe- tiene una particularidad (la de engañarse a sí mismo) que no se da en el hipócrita, quien lo que busca es engañar a los prójimos. «Te doy gracias, Señor -dice también el fariseo- por no ser como los demás hombres... porque no soy como ese publicano». Según Ferlosio, «la comedia de la hipocresía común tiene como escenario la conducta pública y la del fariseísmo tiene por escenario el corazón».

Visto lo cual, lo mejor para un Viernes Santo (además de no caer en hipocresía, ni fariseísmo) es comerse una 'empaná' típica de la Semana Santa jumillana, que permite cumplir a rajatabla con la abstinencia, pues contiene (solamente) patata, atún, huevo duro, pimiento, perejil y piñones.

'Nobiscum deus'.

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