Matarile, rile, ron

«Si la intención del Ministerio hubiera sido cerrar el Trasvase, ya lo habría hecho». Esto lo dice nada menos que el subdirector general de Planificación Hidrológica. Y me temo que se ha pasado la tira de pueblos.

–Y telediarios, ¿cuántos?

¡Uf! Telediarios, veintiocho o treinta. Y eso sin tener en cuenta la (cuando menos) apariencia un tanto chulesca de esa declaración, insinuando algo así como: 'Si quiero, puedo'. Ignoro si el subdirector general sabe bien de qué y con quién está hablando (y no lo digo por mí). El 'qué' se refiere a una aspiración que está atornillada en las entrañas de las tan sedientas tierras del Sureste. Sobre todo en las provincias más áridas y, por lo mismo, con más necesidad de agua para subsistir, sea para regar, sea para beber.

Desde que me conozco periodista (hace de esto la tira de años), mi entorno murciano, el calentor que se respiraba en los secanos y la sed de agua de un colectivo con mucha cansera, me empujó a clamar en favor del Trasvase Tajo-Segura. Al igual que tantos otros, me hice militante de esa cruzada. Después de mucho razonar y pedir y tragar, la Dictadura (haciendo caso, ¡atié qué leche!, de la II República, que ya se había mostrado favorable por boca de Indalecio Prieto), dio su amén al proyecto. Y un día venturoso llegó el agua.

Justo desde aquel mismo instante, quienes nos vendieron –ojo, que he dicho 'vendieron'– esa redención solidaria (estoy aludiendo a los barones de Castilla-La Mancha) no han parado de insistir en dinamitar los envíos de los caudales. A pesar de que nuestra agricultura actual representa un notable porcentaje del PIB. Los titulares de la baronía vienen agarrándose a esa temática, como el náufrago al tablón, pues ello les permite agenciarse votos para mantenerse en la poltrona.

Sobre el 'quién' (almerienses, valencianos y murcianos), ya le diré algo mañana, señor subdirector general.