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Tengo la sospecha (no sé si falsa) de que este año se le ha prestado más atención que otros a San Valentín.

-Ese patronazgo fue un invento del fundador de Galerías Preciados.

Yo solo digo que hizo furor cuando Franco, coincidiendo con la película titulada 'El día de los enamorados'. La interpretaron Conchita Velasco y Tony Leblanc, entre otros, y gustó mucho al personal. La canción de la banda sonora, que es de lo más pegadiza, la compuso Augusto Algueró. El que hacía de San Valentín (emulándolo más bien) fue Jorge Rigaud, un caballero algo empalagoso, precursor de lo que hoy llaman buenismo. Su papel era el de un celestino celestial con cierto sabor a rancio.

Aquel 'furor valentiniano' fue muy propio de los años cincuenta. No me pregunte el lector por qué, pues no sabría contestarle, pero mi teoría es correcta. Quizás no hubiera un entretenimiento mejor del que echar mano. San Valentín entró en declive con la reforma política. Y hoy en día reaparece como si fuera una cosa novísima, gracias a las 'apps' (o sea las llamadas 'aplicaciones'). Se nos ha hecho saber que, esta vez, en vísperas de la festividad, el uso del móvil para ligar ha crecido en un 20%. Y también la preocupación por la seguridad.

-¿La seguridad de un amor eterno?

No. El miedo a los hackers. Digo esto porque a la Ashley Madison (una web especializada en citas) los cacos de la cibernética le chuparon 733 millones de correos y 22 de contraseñas. Una burrada. Y todo a cuenta de los calentones del personal, que ponen locas las cabezas y disminuyen peligrosamente nuestra capacidad de estar prevenidos.

Uno de los títeres que bailan en la sesera de los seres humanos (y me supongo que también en la de las 'seras' humanas) es el que se refiere a ligar. 'Entrar en relación', que decimos los antiguos. Por lo que -tanto si San Valentín perdió gas por la llegada de la democracia o por otro motivo que ignoro- estoy en condiciones de proclamar mi convencimiento de que (al estar los iPhones y sus 'apps' in crescendo) los ligues inseguros alcanzarán proporciones incluso escalofriantes, que se lo digo yo.

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