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Todas las infancias llevan a 'Roma'

Una estética deslumbrante pulsa las cuerdas de un guitarrón sentimental

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Lunes, 14 de enero 2019, 23:49

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Sería injusto decir que 'Roma' es una perla encontrada en el basurero, pues resulta innegable que un manojo de las películas que cada temporada llegan a las salas alcanzan la categoría de excelentes. Por unas cosas o por otras. Lo difícil (casi imposible) es toparse con filmes que sean perfectos de principio a fin. Entre estos últimos me creo que figura 'Roma'.

Desde los primeros planos, el espectador descubre que está asistiendo, como por milagro, a algo diferente. Es un hallazgo (la novedad de sentirse ante semejante alarde de originalidad) que te induce a no perderte ninguno de los numerosos detalles que ofrece la narración. Está todo tan cuidado, tan trabajado (y con tanta eficacia) que aquello que sucede en la pantalla, aun cuando sorprenda, te parece lo más natural del mundo. Te envuelve un ligero perfume de encantamiento, conformado por las mil y una sensaciones que tienen lugar durante los años de una infancia vivida en un barrio mejicano llamado Roma.

Alfonso Cuarón (que también dirigió 'Gravity') cuenta ahora su propia niñez y la de sus hermanos. Pero, mejor aún que eso, nos trae lo sublime de toda creación cuando el artista consigue dar en el clavo, convirtiendo así su infancia en concepto universal. Resulta insuperable su minuciosidad a la hora de jugar con las minucias. Cuarón se aparta de la manera habitual de hacer cine -con sus parlamentos, su música incidental, sus ruidos y cada secuencia discurriendo por su 'cauce reglamentario'-, para fundir todo eso en una explosión de vida que se escapa a borbotones del rectángulo de la pantalla. Los letreros a pie de imagen solo aparecen cuando el director los desplaza, porque otro sonido tiene mayor relevancia que algún concreto diálogo. Y la conjunción de lo que, en manos de otros realizadores, sería un alboroto insufrible, en 'Roma' es perfecta. Estamos ante una obra tan peculiar que hasta se agradece el blanco y negro.

Si ya 'Gravity' nos encandiló con aquella también meticulosa (y subyugante) peripecia espacial, esta 'Roma' mejicana deviene sol implacable, que ilumina la figura del 'afilaor' callejero en igual medida que la ternura de los niños, en su relación con la infeliz criadita india, no más.

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