Lo que voy a decir es algo que, antes o después, tenía que pasar. Y probablemente para bien. Los zagales de cuando Franco no tuvimos ... el gusto de conocer a Superman. Pero sí a su precedente. Hablo del Capitán Marvel. Ojo, con acento prosódico en la 'é', ya que aún no nos habíamos anglosajonizado suficientemente con el inglés. A este nuestro héroe internacional –el nacional era Manolo Fraga– le llamaron luego Superman. O quizás no fuera exactamente así, pues hablo de memoria. Yo me inclino a creer que todos eran el mismo. Y me baso para decir eso en que todos solían gastar capa corta. Como si hubiera encogido al meterla en la lavadora. El tamaño de la capita nos llamó mucho la atención. No acabábamos de verle sentido, ni tampoco utilidad, pero adornaba.
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Para mi generación, el Capitán Marvel se transustanciació en Superman. Bautizaron a este como Clark Kent, que matrimonió con Lois Lane. Ella y él eran periodistas 'de calle'. El chiquillo también les ha salido de la profesión. Por si un caso ser periodistas era lo que les daba alas, este servidor intentó volar como ellos en varias ocasiones. Pero lo más que he conseguido saltar es desde la cama hasta el suelo. Y últimamente, tampoco. Procuraba, eso sí, apartar el bacín no fuera a meter los pies dentro.
–¿Qué es eso del bacín? –inquiere un chaval.
Un receptáculo –le respondo con agrado– que de buena mañana aparecía rebosante, si es que no rebosado. Desde que llegó el ministro Ullastres (del Opus) y puso en marcha la economía, el bacín dejó de usarse. Lo noticioso para mí es que, en el nuevo cómic, antaño tebeo (del dibujante Dan Jurgens), el hijo de Clark y Lois, de nombre Jon, es bisexual.
–Que hace a pelo y a lana, ¿no? –me asombra el mismo chaval.
Bueno. No es la mejor manera de decirlo, pero algo así. Lo relevante es que se preocupa por el cambio climático y por la pobre gente que tiene que emigrar. Y se nos ha ennoviado con Jay Nakamura, otro joven periodista. (He investigado y no es ninguno de LA VERDAD. Pero, en otro tiempo, hubiera podido ser yo mismo).
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