Hágase la luz, joder

Para el puente que ahora se disfruta, las luminarias urbanas deberían ser una realidad. No diré que lo mismo que en Málaga, ni desde luego que en Vigo, donde su alcalde se ha hecho célebre por el suceso eléctrico. Asegura este que no solo no le produce gasto irrecuperable el alumbrado navideño, sino que (pasado Reyes y clausuradas las fiestas) revisa los números y le salen beneficios.

¿Qué está pasando este año en Murcia? El comercio suspira por unos adornos que, en su pensamiento, incitan al ciudadano a gastar dinero en los mostradores. Casi nadie entiende cómo, a pesar de que la crisis les está mordiendo donde más les duele, no se les hace maldito el caso desde la municipalidad. Estos políticos de ahora se pasan todo el tiempo discutiendo. En realidad, tirándose los trastos a la cabeza. Y tan enfurecidos (tras el ruidoso ellos contra ellos) salen de los plenarios sin darse cuenta de que las calles están tristes y solas, como aquellas de Fonseca, según cantaba las estudiantina. Alguno habrá que, en la oscuridad de la noche, todavía con la obcecación dentro de su cabeza, se choque con una farola o un quiosco y sea preciso llamar a Emergencias. Pues ni siquiera así escarmientan.

–¿Han pedido los comerciantes que haya luces? ¡Pues, joder, ponedlas!

Atiendan, atiendan a lo que dice este lector. Porque no hablamos solo de favorecer la economía. Y los niños, ¿qué? La Navidad está en buena medida destinada a los críos. Y si, en saliendo a la calle, encuentran encendidas las bombillas, se les esponja (acordarse de Bob) el corazón. Los ves por ahí, a los zagalicos, más disciplinados que el cali, con sus mascarillas puestas. ¿Y no se les puede conceder el regalo de las luces?

¿No se dais cuenta de que, si se calla el cantor, calla la vida?