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La explosión floral como espectáculo vitalista

Pero corremos el riesgo de que nos coma el desierto

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Miércoles, 13 de marzo 2019, 01:35

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La calidez inesperada de estos últimos días ha movido a la Murcia vegetal a mostrarse con su mejor atuendo, olorosamente floral. Pero, según los estudiosos, nuestro territorio lleva camino de convertirse en un erial. La desertificación corre que vuela, acelerada por el cambio climático. Es urgente que pongamos los medios, pero desde ya mismo, para que los de por aquí no pasemos de hijos del vitalismo frutal a hijastros de la fea y mortecina aridez.

Están ahora mismo los huertos pidiendo peregrinaciones de admiración. Y para quienes dispongan de poco tiempo, los viveros ofrecen, en visita guiada, un resumen de la agricultura extensiva. Muestra vistosa de lo anterior es la floración de los melocotoneros de Cieza, que es, en llegando la primavera (o lo que sea esto que estamos viviendo), noticia internacional.

La cosa es que acompañé a mi mujer al vivero, pues es jardinera avezada. Y pude ver una colección de plantones de frutales, formando en fila de dos en fondo, cada uno en su maceta. La brisa hacía pestañear, moviéndola, en lo alto de cada arbolillo, una etiqueta con la foto del fruto que, en su momento, será lujosa cosecha. Parecía una formación de escolares uniformados, que iban camino de algún museo, al cuidado de un retorcido olivo centenario que interpretaba el papel del maestro. Las manzanas y melocotones que conforman las cabezas de estos chavales figurados anuncian la vocación frutal de cada uno de ellos. Es una estampa (mitad real, mitad imaginada) que levanta el ánimo.

Pero el grave peligro acecha. Si hiciéramos una proyección acerca del futuro que nos aguarda, se nos caerían encima los palos del parral. Porque, según se publicaba en 'La Verdad' de ayer, más de la mitad del territorio murciano sufre ya los efectos de la desertificación. Desde Yecla hasta Águilas y desde Caravaca hasta Beniel, el peligro de morir de sequedad es cada vez mayor. Se nos alerta, tocando a rebato, de la pérdida de veinticinco toneladas de suelo productivo, por hectárea y año, que culminará con probables derrumbamientos del terreno.

Por cierto que este viernes hay manifestación mundial de gente joven (los estudiantes) para afrontar el cambio climático. Habrá que ir. Digo yo.

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