Darias Trasilla
LA ZARABANDA ·
La ministra que viene detrás de Illa habla como su colega la portavozIlla está ya el hombre a otra cosa. ¿Mejor o peor? Son cometidos diferentes. En este su nuevo papel, el descabalgado ministro habla más alto, casi normal. Porque, claro, en lo de la pandemia no hacía tanta falta vocear. No por nada, sino por no destacar demasiadamente, comparándolo con su compañero Simón, que es de naturaleza susurrante. En los mítines (a los que por desgracia aún no he podido asistir) me dicen mis amigos catalanes que, viéndolo, no pueden quitarse de la cabeza su condición antivírica. Supongo que eso es lo que se pretendía, políticamente hablando.
Ahora, tras Illa, pronunciado Trasilla, la que comparece (aunque se prodiga menos que su antecesor) es Carolina Darias. Da la casualidad de que Trasilla y su hermana Emilia fueron vírgenes y mártires del siglo VI. Eran hijas del senador Gordiano. Esta Trasilla celebra su festividad el próximo día 5, viernes. Algunos daban por casi como milagroso que Simón festeje la suya hoy mismo, como San Blas. Pero no. Es Simeón.
–¿Y por qué suelta usted semejante rollo?
Perdone. Esto no es cosa mía. Son órdenes de arriba.
–¿Idea de Iván Redondo?
Ignoro quién será ese Iván Redondo. Ivanes solo conozco al Terrible.
–Igual son el mismo.
Qué sé yo. El lector verá que todo viene concatenado. Pues concatenadas están las ministras María Jesús Montero, andaluza, y Carolina Darias, canaria. ¿Y qué las concatena? El verbo. Ambas son de discurso antiguo. Practican oratorias de empaque, cercanas a la predicación de San Vicente Ferrer. Lo primero de todo, que se ponen muy cargadas de razón. Como si de lo que andan diciendo dependiera nuestra salvación eterna.
Practican el discurso añejo, ya que lo pretenden floreado. En lugar de decir 'todos', prefieren 'todos y cada uno'. Y mejor que 'de forma', les gusta usar 'de modo y manera'. Esta fórmula era muletilla habitual en las explicaciones de los intelectuales de la II República. También se detienen en el 'decíamos ayer', aun cuando ayer nadie hubiera dicho absolutamente nada. Es una forma de hablar. En este caso, recordando a Fray Luis de León, que lo soltaba tanto si venía a cuento como si no.
En fin. Es lo que hay y con ello deberíamos conformarnos.