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¿Quién se come ahora a Caperucita?

LA ZARABANDA ·

Indultado el lobo, veremos qué se hace con el cuento de Perrault

Lunes, 8 de febrero 2021, 08:58

Desde 1897, año en que Charles Perrault se inventó a Caperucita Roja, la Abuelita, el Lobo y otros personajes secundarios, al pobre animal le cayeron encima todas las maldiciones habidas y por haber. Tremendo, oiga. Los únicos que le han echado una mano han sido San Francisco de Asís (quien desde el año 1190, suéltale hilo a la birlocha, lo ha tenido por un hermano), Rodríguez de la Fuente y los ecologistas.

–Dicen que al santo jamás le hizo daño.

Ya sabemos cómo era San Francisco. Tenía un talante tan populista, que se hacía de querer incluso por los animales más feroces. Se ha dicho que el lobo comía de su mano. Ahora, debido a la insistencia de los animalistas, Moncloa lo ha indultado. Solo se le podía cazar desde el río Duero para arriba. Pero ya ni siquiera eso, aunque con disgusto de los agricultores norteños, que se quejan de que los lobos atacan a las ovejas. Como es natural, por otro lado.

Supongo que, desde ya mismo, la Administración del Estado usará sus herramientas (como la televisión oficial, el CNI, antes CESID, y todo el tinglado de la antigua farsa) para que se modifique el cuento de Caperucita, pensando sobre todo en los pequeñuelos, en los términos que la censura fáctica tenga por más convenientes. Salvo que, en adelante, sea Caperucita la que se coma al lobo, en lugar de al revés. Ella y la Abuela montarían, en la casa de esta, una estupenda barbacoa.

Si se elige modificar el cuento, me sospecho por dónde irán los tiros. La narración reformada sería más o menos como sigue. A Caperucita le encarga su Madre que le lleve a la Abuelita una cesta con alimentos. (Eso se mantiene como está) En mitad del camino se le aparece el Lobo, que le dice: «Como en el bosque deambulan y pululan pederastas, violadores y tratantes de mozuelas, aquí estoy yo para protegerte». Y ambos dos se cogen del bracete, cantando: «Al lobo no tememos, / al Lobo no tememos, / tralará-lará, tralará-lará».

Y todos tan felices. No como ocurre ahora, que el Lobo se come a Caperucita y hay que sacársela de la barriga. ¡Menudo pifostio!

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