400 años fascinados por el ciclo pictórico de La Santa
Se atribuyen esas creaciones al pincel de Juan Ibáñez, que ya desde 1602 está recibiendo pagos por «haber pintado la capilla de la dicha iglesia»
En este año de 2024 Totana disfruta del gozoso acontecimiento de conmemorar el cuatrocientos aniversario de la conclusión del ciclo pictórico que, ennobleciendo con singular ... atractivo los muros del templo de santa Eulalia, en el eremitorio de La Santa, presenta, con un claro enunciado pedagógico, el elocuente relato catequético de las raíces evangélicas de la fe en Cristo.
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Las escenas que constituyen tan valiosa proclama se acompañan con otras en las que se atestigua la capacidad mediadora y sanadora de aquellos que, injertados en la cruz salvífica del Maestro, hicieron de su vida bálsamo de esperanza para sus coetáneos. La intervención reparadora de santa Eulalia que se vivifica en el relato con que se ilustran los muros del coro, a los pies del templo, recoge con un cálido sentido de gratitud la valía de su encomienda. Confiar en su acción bienhechora cubre de certeza y esperanza los corazones atribulados, los ánimos quebrantados, un prodigioso beneficio que nace de la fe en la Mártir, del aliento de su intercesión.
En ese cúmulo de mensajes resuena también el aroma de lo popular, de lo candoroso, de la sencilla y honesta manifestación de lo humilde. ¡Qué admirable simbiosis en la que se fusiona lo elevado con lo cercano, lo anímico con lo tangible, lo excelso con lo cotidiano...! En estos sublimes argumentos se siente atrapado el corazón del visitante que, al detenerse a contemplar el alegato iconográfico de tan lúcida crónica, se ve interpelado por su profusa temática, a la vez que seducido por su coherencia, calidez compositiva, articulación cromática y uniformidad. En esa alianza, el espíritu encuentra los cauces precisos para robustecer los encajes que lo conectan con las esencias de tan extraordinario regalo de fervores y querencias.
Totana está llamada a celebrar el evento con la plenitud que demanda una fecha de esta consistencia
Del alma de esta ciudad, del emocionado sentir de sus gentes, brota una venerada tradición para explicar el nacimiento del santuario de La Santa, según la cual una paloma, símbolo de la pureza martirial de la joven Eulalia, trazaba con su vuelo el lugar donde erigirlo. Lo que de legendario pudiera tener esta creencia se complementa con la documentación medieval que ratifica su origen, a la vez que pone de relieve, en el contexto de la Reconquista, la singularidad de un entorno en el que, venerándose a la Mártir emeritense, se acogía a los peregrinos que llegaban a invocar su amparo. En el último cuarto del siglo XVI las autoridades locales, conscientes de la repercusión de esta devoción, consolidaban la edificación. Habría que esperar todavía un siglo para ver concluido el paradigmático programa ilustrado del que celebramos el cuadringentésimo aniversario. Este proyecto había comenzado a tomar entidad a principios del siglo XVII, cuando los visitadores de la Orden Militar de Santiago, tras personarse en el Santuario e informados de que «Santa Eulalia ha hecho y hace muchos milagros, que algunos nos han mostrado y parecen ser auténticos», ordenaban se pintasen en las paredes, «por pintor que lo sepa bien hacer y con decencia debida, de forma que inciten y muevan a toda devoción y no a risa como otras pinturas suelen provocar». Este ciclo asumía la función de la prédica, reservada al clero, orientando a cuantos visitaran el enclave, por la frecuente ausencia de eclesiásticos en él. Aunque condicionados por la austeridad documental que limita conocer el autor o autores que ejecutaron el encargo, hasta el presente se atribuyen esas creaciones al pincel de Juan Ibáñez que ya desde 1602 está recibiendo pagos por «haber pintado la capilla de la dicha iglesia».
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Ante la grandeza del acontecimiento, Totana está llamada a proclamar y celebrar el evento con la plenitud y gozo que demanda una fecha de esta consistencia, responsabilidad que asume la Fundación La Santa y que ha dado certeros pasos con la convocatoria de dos magníficos conciertos. Complementando estas actuaciones han de surgir otras que, sin lugar a dudas, estarán en consonancia con la relevancia de la solemnidad.
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