Miremos a la cara a la economía sumergida
La foto se queda fea: la economía sumergida crece y cada vez nos lo ponen más difícil a los que no nos escondemos
«De lo que no cuesta, lleno la cesta», dice el refranero español. Y así parece que lo están aplicando miles de las (mal llamadas) ... empresas que desarrollan su actividad zambullidas en la economía sumergida. Según el Fondo Monetario Internacional, la cifra ronda el 20% en España, por encima de la media europea que está en el 13%. Si miramos al sector de la construcción, nos vamos a un (elevadísimo) 32%, según diversos estudios, aunque no hay datos oficiales del Gobierno de España porque... No sé por qué. Quizás porque las administraciones aplican otro refrán: «Ojos que no ven, corazón que no siente».
Desde la Federación de Empresarios de la Construcción (Frecom) consideramos que la economía sumergida es ya un problema endémico al que seguimos pidiendo que se ponga freno. Y con freno me refiero a destapar a quienes operan en la economía sumergida, no a incrementar las sanciones a las empresas que operan legalmente, que cumplen con sus obligaciones fiscales y que generan empleo y riqueza. Porque como dice un amigo y compañero del sector: «Cojan los anuncios de las farolas y empiecen a llamar». Pero parece ser que visitar las grandes obras de siempre es el camino más corto; corto para recaudar, porque la economía sumergida sigue creciendo tras la pandemia.
A finales de febrero, la Dirección General de la Agencia Estatal de Administración Tributaria publicaba un plan de acción para 2023, donde se recoge que se va a reforzar el control sobre sectores de alto riesgo de existencia de economía sumergida. Destacan un enfoque especial a las actividades relacionadas con la construcción, rehabilitación y reformas de inmuebles. Bienvenido sea, siempre que se consiga ese objetivo, el de destapar la economía irregular, y no tanto el de recaudar. Aunque me temo que nunca lo sabremos, porque pasará como en otras tantas campañas. ¿Ustedes han visto los datos de ejecución del plan? Alguien diría que falta transparencia en la lucha contra la economía sumergida.
Desde Frecom consideramos que la economía sumergida es ya un problema endémico al que pedimos que se ponga freno
Más allá de la competencia desleal que supone ese 32%, quiero destacar el impacto negativo en otro de los objetivos del sector: accidentes cero. La prevención de riesgos laborales es no solo obligatoria sino prioritaria para las empresas de la Federación. Para aquellas que están en la economía irregular, evidentemente no. Sin embargo, sus accidentes, en las estadísticas, también son los nuestros. Trabajadores y empresarios pierden.
Y sí, sin duda las administraciones públicas también pierden por los impuestos que dejan de recaudar, aunque parece que la decisión estratégica es, en vez de acabar con la economía sumergida de los que no cumplen, enterrar a impuestos a los que sí. El Gobierno de España ha aprobado más de 50 aumentos fiscales desde la llegada de Pedro Sánchez, una subida de impuestos que asciende a 1.630 euros por hogar. Esto no hace más que agravar el problema, porque la economía irregular es un fenómeno multifactorial donde influye, y mucho, la presión fiscal, las cargas administrativas, la subida de costes y demás incentivos (o más bien desincentivos) para la actividad tanto de empresarios como de trabajadores.
La foto se queda fea: la economía sumergida crece y cada vez nos lo ponen más difícil a los que no nos escondemos. Y, de nuevo, aquí estamos las empresas tirando del carro de la generación de riqueza y empleo a pesar de quienes nos gobiernan. Es una pena que la historia se repita. Desde Frecom, pedimos que se haga algo diferente. Es el momento de mirar a la cara a la economía irregular y de abordarla con una estrategia eficaz, medible y transparente. Un plan regional y estatal valiente. Un plan que no se lleve por delante a los que remamos a favor. Si es así, contarán con nuestro apoyo. Nunca es tarde si la dicha es buena.
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