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Yo también he visto la serie 'Adolescencia'. Como todos. Será porque convivo con una adolescente. O porque es imposible vivir al margen del tsunami mediático ... y social que se ha activado desde su emisión. La cosa es que he visto los 4 episodios del tirón, sin apartar mis ojos de esa emisión hipnótica sin cortes, con mis pupilas enfocadas hacia el color apagado de la gris Inglaterra. Acompañé a un presunto asesino a la comisaría, a su instituto, al centro de detención y a su casa familiar. Allí estuve hasta poder entender qué había pasado durante esos cuatro días.
Todo en esta serie nos sacude, pero de forma sutil, porque apenas nos muestra la crudeza de un asesinato. Nos deja ver, eso sí, la violencia que anida en los corazones de personas indefensas, nos permite entender el dolor y el odio que nos hacen más humanos. Pone patas arriba nuestras convicciones y nuestras seguridades y cuestiona parte de las instituciones que nos cobijan socialmente. Así que he querido rescatar 5 citas de los protagonistas de la serie que pueden ayudar a entenderla.
«Deberíamos haberlo visto». Muestra la frustración de unos padres a los que nadie ha enseñado a serlo, unos progenitores que conviven con un pie en un mundo analógico mientras que su hijo vive ya en un universo con otros códigos, otra banda sonora y un lenguaje que es muy diferente al de la generación anterior e, incluso, a la de sus hermanos mayores. Los padres no han visto nada porque no sabían dónde tenían que mirar.
«Escuchar de verdad puede salvar a alguien». Vivimos en contexto social y tecnológico en el que se ha incrementado el universo de interacciones en el que todos hablan de lo que sea con un arrojo y una seguridad que no tienen en la vida real. Escondidos en el mundo digital, hay muchos cobardes que insultan o amenazan y hay, también, muchas víctimas que están pidiendo ayuda. Hay que estar atentos a lo que está pasando de verdad. Hay que poder mirar un poco más allá.
«Estaba en su habitación. Creíamos que estaba a salvo». Una de las frases más duras de la serie. Todas las generaciones hasta las actuales han crecido en la calle. Allí estaban los riesgos de los que había que alertarles, los peligros de un mundo que es hostil y que no entiende de edades ni de clases sociales. Nuestros padres nos acogían en casa para darnos la seguridad del hogar, donde ellos sabían que estábamos protegidos. Ahora, el mundo entero les acecha sin disimulo tras los muros de su habitación. El móvil o el ordenador es la puerta de entrada a muchas de las amenazas para las que no están preparados. Son vulnerables sin saber que lo son. Son presa fácil.
«Perdón hijo, tendría que haber hecho mucho más», llora el padre abrazando el peluche sobre la cama de su hijo, consciente de que perdió el control de su propio niño en algún lugar de su infancia. Se siente responsable de no haber sido capaz de enderezar su rumbo, de entender sus problemas, de brindarle el contexto necesario, de apagar sus dudas, de acompañarle y hacerle sentir seguro.
'Adolescencia' cuestiona el sistema educativo del que tanto presumimos, las dinámicas familiares sujetas con alfileres a la rutina, las redes sociales que multiplican el alcance de los pecados capitales alcanzando a todo y a todos. Es una serie incómoda, áspera. Pero es también una serie de amor, eso sí, del amor imperfecto, del amor distraído. Y del mal amor.
Cuentan que, al acabar de ver los cuatro capítulos, miles de padres en todo el planeta han ido a la habitación de sus hijos o les han llamado inmediatamente por teléfono para preguntarles si han estado a la altura en su papel. Yo no lo hice, pero lo hago ahora, para cuando mi adolescente (que ahora sí lee mis columnas) quiera responderme. Y le pregunto: «Clara, dime, ¿lo he hecho bien?».
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