Inquietud y preocupación
Es de temer que el otoño allane el camino a una tercera onda epidémica del coronavirus
La Verdad
Miércoles, 2 de septiembre 2020, 14:39
La sociedad española y las propias instituciones vivieron la desescalada durante junio en la creencia de que podían afrontar el verano con el único temor de una posible segunda ola epidémica en otoño. Administraciones y ciudadanos se dispusieron a dejar atrás la crisis sanitaria para afrontar la tarea de la reconstrucción económica y social. Pero del mismo modo que la Covid-19 nos cogió de sorpresa, los rebrotes de julio y agosto siguen desconcertándonos. La crisis sanitaria persiste, sin que se conozcan con exactitud las causas por las que nuestro país presenta tasas de incidencia acumulada muy superiores a los de nuestro entorno. Causas entre las que, junto al relajamiento social tras el confinamiento, deberían apuntarse la precipitación de la desescalada en determinadas autonomías, la tardía reacción ante los brotes estivales y la ausencia de una estrategia anticipatoria propiamente dicha. Aunque el impacto del coronavirus sobre la salud de las personas sea sensiblemente menor que en marzo, el presidente Pedro Sánchez, el ministro Illa y el doctor Simón se han visto obligados a hablar de «preocupación» e «inquietud» en los últimos días. Resistiéndose a admitir que se trata de una segunda ola. El hecho de que afloren más positivos porque se realizan más PCR no resta gravedad a la situación, cuando siguen sumándose menos pruebas que las aplicadas en otros países. Ni siquiera las limitadas cifras de fallecimientos, hospitalizaciones y camas de UCI en comparación con las de primavera sirven de argumento atenuante cuando no dejan de crecer ante una atención primaria desbordada. No será fácil que las medidas de restricción introducidas en la segunda mitad de agosto en distintas comunidades autónomas contrarresten los efectos del incremento de la movilidad y de los contactos interpersonales que comporta el inicio del curso laboral y académico. Pero aunque así fuese, y en la primera quincena de septiembre llegue a percibirse un cambio de tendencia, persiste el temor a que la llegada del otoño y el solapamiento entre distintas patologías estacionales allanen el camino a una tercera onda epidémica de la Covid-19, que acabaría tensionando el sistema sanitario. Riesgo que se acrecienta con la normalización de las pruebas masivas cuando no van acompañadas del preceptivo seguimiento y del aislamiento de los positivos, y con la inclinación institucional a esperar que la situación mejore por inercia.