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Igualdad sin ira

Igualdad sin ira

NOELIA ARROYO

Jueves, 7 de marzo 2019, 21:56

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El Día de la Mujer debería ser una reivindicación colectiva de la igualdad real entre hombres y mujeres, un momento para reflexionar sobre el largo camino que queda para conquistarla y para celebrar los avances conseguidos. Es una lástima que estos objetivos esenciales queden emborronados por la omnipresente y agotadora estrategia electoralista.

Adriana Lastra, portavoz socialista, decía hace unos meses que hay que educar a media España para que no mate a la otra mitad. Hace menos de un año, tres barones de Podemos celebraban su poder en el partido con un abrazo ante un cartelón en que ponía 'Nosotras'. Ese es el espacio en el que algunos quieren situar el feminismo: un lugar para confrontar, un eslogan para exhibir. Me resisto a que algunos nos quieran salvar de ser floreros para convertirnos en panfletos, en un artículo de marketing que se administra en mítines y se estampa en camisetas.

  • Noelia Arroyo es candidata del Partido Popular a la alcaldía de Cartagena.

La lucha por la igualdad y, mucho más, la batalla contra la violencia machista, son tareas comunes que fracasarán si se abordan desde la confrontación y se presentan como una guerra entre sexos. En estos tiempos en los que las obviedades se convierten en noticia, igual conviene recordar que ni todos los hombres son maltratadores, ni todas las mujeres educan a sus hijos en la igualdad. La construcción de una sociedad en igualdad necesita de todos, de los hombres y las mujeres, uno a uno; de las familias que educan a los españoles del mañana, de los poderes públicos y de todas las organizaciones en que se estructura nuestra sociedad.

El primer paso para la igualdad es la independencia personal, la independencia depende de la autonomía económica y esta se basa en la formación. Nuestra sociedad -y este es un éxito colectivo- ha conseguido un creciente protagonismo de las mujeres en la universidad y en las profesiones a las que se accede por mérito y capacidad. Pero la presencia de mujeres en responsabilidades ejecutivas sigue siendo insuficiente. Hay dos razones principales para que esto ocurra. Una es el evidente prejuicio machista sobre la autoridad de la mujer, un problema que solo se puede combatir eficazmente desde la educación. El otro es el de los obstáculos para que una madre pueda realizarse como profesional y este debe ser un empeño de la administración.

Con gobiernos populares, entre el 96 y el 2004 se triplicó la creación de empleo femenino y en 2011 se recuperó todo el perdido durante la crisis. La brecha salarial se redujo el doble que en Europa y logramos situarla por primera vez por debajo de la media europea. El partido en que milito fue el primero en aprobar una ley para promover la conciliación familiar; hizo el primer Plan contra la violencia en 2000 y promovió el último Pacto de Estado contra la violencia machista en 2015.

Hay un papel para todos, incluidos los municipios. La ciudad que yo quiero debe reforzar la red de escuelas infantiles para ayudar a la familia en una responsabilidad compartida; hacer de las calles espacios seguros para las mujeres y respaldar a las víctimas de la violencia machista. Y hay que hacerlo entre todos. La igualdad es una necesidad demasiado seria para abordarla desde la ira.

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