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Al final va a ser que quien tiene la culpa de los incendios en California son los activistas ambientales y no el calentamiento global. Así ... lo está difundiendo Donald Trump y replicando la constelación de seguidores negacionistas del próximo presidente americano. En sus muy documentadas, científicas y objetivas redes sociales, Trump asegura que el fuego devora Los Ángeles porque el gobernador californiano (demócrata, por supuesto) ha destinado los recursos hídricos de su Estado a proteger a «un pez esencialmente inútil».
Más allá de que desconozco la diferencia que para Trump puede haber entre un pez esencialmente inútil y otro radicalmente utilísimo, a lo que parece referirse el presidente es a una supuesta falta de agua con la que apagar los fuegos en Los Ángeles debido a que las autoridades estatales habían priorizado en años anteriores el uso del agua en el delta del río Sacramento a su derivación para el consumo urbano con objeto de proteger al eperlano del delta, un pequeño pez en peligro de extinción.
Poco importa que unas pocas horas después una tromba de fuentes periodísticas y científicas de toda solvencia salieran a desmentir la (des)información de Trump, entre ellas National Geographic y CNN. En la mente de millones de personas ya se ha instalado que los incendios de Los Ángeles los inició ese inútil pez, algo así como nuestra sardina del Entierro, pero al revés: el pez que quema, que no el que arde.
Daría risa si no fuera porque lo que da es miedo. Miedo da que las explicaciones fáciles a conceptos complejos sean las que más probabilidades tengan de tener éxito en las redes sociales, con independencia de si son ciertas o falsas. Y mucho, mucho miedo da que los poderosos usen por ideología esas mentiras para cimentar su asalto al poder global sin apenas contrapoderes, al menos en la potencia de la comunicación.
Justo cuando el pececillo tiene la culpa de que la gente en Los Ángeles se quede sin sus casas sale el programa Copernicus de la Unión Europea demostrando que 2024 ha sido probablemente el año más cálido de los últimos 100.000 y que acabamos de alcanzar el incremento de temperatura media del planeta de 1,5 grados que el Acuerdo de París marcó como el primer límite de riesgo del calentamiento global.
Pero será que igual es también el eperlano del delta el que sopla para alcanzar vientos insospechados en Los Ángeles como nunca se han visto, o el responsable de que no haya habido por allí ni una gota de lluvia en mil años. A saber: pregúntenle a Trump, que es quien lo sabe todo.
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