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Igual es que yo me alarmo por cualquier cosa, pero lo cierto es que ahora ando alarmado (bueno, tampoco todo el día, sólo a ratos) ... por las aparentes dudas que están surgiendo tras el Gran Apagón por la viabilidad de las energías renovables.
Lo cierto es que hay que ser supermegarecontraingeniero para seguir con un mínimo de solvencia las informaciones que van poco a poco surgiendo sobre las causas de la caída a cero del sistema la pasada semana, y yo, desde luego, estoy supermegarecontralejos de esa cualificación. O sea, en castellano, que no entiendo un pepino.
Sin embargo lo que sí creo llegar a saber, o intuir, es que, tengan lo que tengan que ver las renovables, se trata de inconvenientes, muy serios, eso sí, que no hay más remedio que abordar porque no hay alternativa. Si miedo da que el sistema se tambalee de pronto, más miedo da quedarse enganchado a los combustibles fósiles como si esto fuera 1973.
Y aunque el Gran Apagón haya sembrado dudas, lo cierto es que esta transición energética –este cambio hacia fuentes limpias– no tiene vuelta atrás. No es una moda ni un capricho de ingenieros ambientalistas. Es una necesidad estratégica. Porque si algo nos enseñan los apagones, las guerras, las crisis del gas y los informes del IPCC es que depender de energías sucias, escasas y geopolíticamente inestables no es muy inteligente.
Lo renovable puede tener problemas –como todo lo nuevo y complejo–, pero al menos son nuestros problemas. Implica un nuevo reto técnico que se puede estudiar, mejorar y resolver, cosa que no podremos hacer con unas reservas de petróleo o unas bolsas de gas situadas a miles de kilómetros y que encima no son nuestras.
Así que sí, me inquieta no entender lo que pasó la semana pasada. Pero más me inquietaría que alguien propusiera volver al carbón porque las placas solares son difíciles de sincronizar. La transición energética no es opcional. Es el único camino que nos queda si queremos un futuro más o menos habitable, y a ser posible, con luz.
Y si para que eso se haga realidad necesitamos más ingeniería, más inversión, más baterías gigantes, más cables, más reglas nuevas y menos nostalgia por el gas natural, pues adelante. No será fácil ni inmediato, pero al menos estaremos caminando hacia un modelo más justo, más limpio y, con suerte, más nuestro.
Esto va a ser así: dos pasos adelante y uno hacia atrás, como todo lo que merece la pena y no se compra en Amazon con entrega en 24 horas.
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