Ganadores y perdedores en la guerra de Ucrania

Entre los ganadores, en primer lugar, están los fabricantes de armas. La industria armamentista es uno de los negocios más exitosos del mundo. Ha normalizado la guerra como parte del sistema económico y las respuestas de seguridad a todas las crisis sociales. Los conflictos bélicos son una oportunidad para dar salida a sus mortales mercancías. A los señores de la industria armamentista no les importa el sufrimiento que genera una guerra. Los grandes fabricantes de armas estadounidenses, según el 'Washington Post', esperan ganar 50.000 millones de dólares en venta de armamento en 2022, frente a los 35.000 millones del año pasado, gracias a las entregas de armamento a Ucrania y al rearme de los ejércitos europeos. Es una vergüenza que en el mundo se destine 200 veces más dinero para armas que para inversiones sociales de salud, educación, investigación y superación de la pobreza y del hambre, como en numerosas ocasiones ha denunciado el Papa Francisco.

Otros ganadores son: los oligarcas corruptos rusos y ucranianos, que utilizan la guerra para incrementar sus ganancias; las empresas energéticas (gas, petróleo, electricidad...), cuyos beneficios han aumentado hasta en un 350 %. La Banca es otro gran ganador. Asimismo, la OTAN que está hoy más fuerte que nunca; sus tropas de combate operativas pasan de 40.000 a 300.000 efectivos. Estados Unidos está saliendo también beneficiado de este conflicto. Las sanciones a Rusia han hecho que Europa dependa ahora más que nunca de Estados Unidos en la importación de productos.

Entre los perdedores en primer lugar, está el pueblo ucraniano, duramente golpeado por esta invasión que está dejando multitud de muertos, heridos, desplazados, refugiados, infraestructuras destruidas... También pierde el pueblo ruso: dificultades económicas por las sanciones de Occidente y la censura impuesta por el Kremlin a los medios de comunicación críticos con su política. En toda guerra es la población civil la que más pierde y sufre.

Pierde la población europea que sufre las carestías debido a las sanciones a Rusia y ve acercarse una gran recesión económica, con crecimiento de precios de cara al próximo invierno. Muchos académicos lamentan que Europa haya renunciado a su soberanía exterior y se haya sometido a bailar la música que toca Estados Unidos. Si los gobernantes europeos fueran verdaderos estadistas, no someterían a sus pueblos a dificultades indecibles solo por aplicar sanciones a Rusia para serles favorables a Estados Unidos y tratarían de negociar la paz.

Pierden los pobres del mundo, que sufren por la escasez de alimentos y su carestía debido a la especulación. Según el Programa Mundial de Alimentos, unos 50 millones de personas en 45 países están al borde de la hambruna.

Asimismo, el planeta es otro gran perdedor debido a la contaminación provocada por los bombardeos que aumentan el calentamiento global y, consecuentemente, afecta al cambio climático tal como se ha abordad en el COP27.

Finalmente, otra gran víctima de este conflicto es la verdad. En Rusia los medios de comunicación han sido controlados y algunos periodistas reprimidos. En Occidente los principales medios de comunicación han adoptado la versión de la OTAN, ahogando las voces discrepantes del movimiento pacifista, académicos y del Papa Francisco.

Cuanto más se prolongue esta guerra, mayores serán las pérdidas para los ucranianos, para los rusos, para los europeos, para los hambrientos del sur global y para el planeta. El riesgo es que se desencadene una guerra nuclear mundial. Es por eso que el Papa Francisco no cesa de clamar por un alto el fuego y entablar una negociación: «Las guerras no se terminan enviando armas sino buscando como alternativa las negociaciones diplomáticas», dijo en Canadá el pasado verano.