Una de fútbol
LA RAMPA ·
El equipo más legendario de la capital de España, sin ningún españolCuando escribo esto desconozco el resultado del partido de la Copa del Rey de fútbol, jugado anoche entre el Villarreal y el Real Madrid, pero ... sí sé lo que ocurrió en el todavía reciente encuentro entre ambos conjuntos que pasará a los anales de la historia futbolística 'merengue' porque su entrenador italiano no alineó de entrada a ningún español. El equipo más legendario de la capital de España, sin ningún español.
Luego llegó el baño del Barça en la final de la Supercopa de España, que se juega en Arabia en un formato tipo 'final four' que dicen los modernos cronistas de por aquí, reacios ellos a decir 'final a cuatro', que queda muy vulgar. Poderoso caballero, que dicen del dinero, y vigoroso negocio según la conversación grabada a Rubiales con Piqué, quien por cierto se lleva de comisión más del doble que el Betis, anterior ganador del trofeo. Porque el diseño de esa final española en Arabia está hecho para que siempre, salvo catástrofe, estén allí el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona, que son los que se llevan la parte del león –seis millones de euros cada uno– por la que acceden a alejarse 5.000 kilómetros y privar a los aficionados españoles de dos partidos a campo lleno.
Es una de las razones por las que cobra sentido el libro de Carlos Roberto y Miquel Sanchis, 'Odio el fútbol moderno', que hace un recorrido añorante del fútbol de antes de la tele, del marketing y de los derechos de imagen, cuando los cambios de equipo de los jugadores eran traspasos y no ventas. Al final, eso sí, es un 'clásico' que, con decorado árabe o sin él, insufla ánimos al ganador y deja en crisis al perdedor, en este caso el Real Madrid cuya afición envidia que el Barcelona triunfe con jóvenes de la cantera, mientras que su equipo sufre las consecuencias de la edad de sus 'estrellas', e ignora que en Valdebebas hay más de un centenar de chavales que, como Gavi y Pedri, están deseosos de ascender.
Se llama Lucas, como el evangelista del 'Magnificat', y se liberó de fútbol moderno pagando de su bolsillo medio millón de euros y renunciando a otro millón que tenía contratado con el Cádiz. Dejó de jugar en primera, para hacerlo en tercera, en su Dépor coruñés. Un punto de inflexión en el 'odiable' fútbol moderno.
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