Estrategia integral para el Mar Menor
Llega la temporada de verano, vuelven a sonar las alarmas en torno al Mar Menor, y los dirigentes de turno se afanan en justificar sus obligaciones con la sociedad. Todos los días aparecen nuevos comunicados mostrando sus preocupaciones y el enorme interés y dedicación para resolver el problema. Pero la realidad es que año tras año, y van cuatro desde 2017, todas las playas del Mar Menor despliegan su bandera negra. Todas estas apariciones y comunicados, poco cohesionados, ponen de manifiesto que no tiene sentido la realización de estudios o actuaciones aisladas para poner parches o tratar de contentar a determinados sectores.
Por ejemplo, el secretario de Estado de Medio Ambiente recomienda al Gobierno regional ampliar, de 500 1.500 metros, las limitaciones al regadío en la zona del Campo de Cartagena perimetral con el Mar Menor. A finales de mayo, la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente consideraba innecesaria esta recomendación del secretario de Estado, porque «carece de motivación técnica objetiva y no justifica la pérdida económica que supone, para la agricultura, su puesta en práctica». Aunque admiten que «no hay duda de que las limitaciones sugeridas tendrían un efecto ambiental favorable», no cabe esperar una reducción relevante en la entrada de nutrientes asociada a la limitación de la actividad agrícola. Paradójicamente, pocos días después, tras la alerta de la Aemet de fuertes lluvias en el Campo de Cartagena, el Gobierno regional recuerda la necesidad de adoptar precauciones en torno al Mar Menor. Se requiere de los agricultores que eviten aportes de materia orgánica para evitar la entrada de nutrientes arrastrados al mar.
A continuación, el pasado martes 30 de junio se publica un nuevo comunicado sobre el acuerdo de los grupos parlamentarios (PP, PSOE y Cs) a favor de la franja de 1.500 metros, «aunque cada uno pone sus condiciones de uso», y van a seguir negociando. ¿En qué consiste el acuerdo? Para que sea efectiva, la importancia está en el uso de las franjas, más incluso que en su anchura. Si el objetivo común es la protección del Mar Menor, ¿por qué hay diferentes condiciones políticas? ¿No debería estar en manos de expertos ambientales en ese tema? Existe amplio consenso científico sobre la efectividad de las franjas de protección, adecuadamente diseñadas, para reducir la contaminación agrícola de superficies costeras en zonas con poca pendiente como ocurre en el Campo de Cartagena. La necesidad de esta franja protectora es evidente ya que, como se indica en el Plan para la Protección del Borde Litoral del Mar Menor, actualmente en periodo de consulta pública, el Miteco no emprenderá la descontaminación de la laguna hasta que no se eliminen los vertidos al Mar Menor, que han provocado su colapso ya en dos ocasiones, una en 2016 y otra en 2019. Es decir, se reconoce que los dos grandes colapsos del Mar Menor se han materializado tras dos episodios de DANA, lo que muestra la urgente necesidad de una franja protectora, ya que en otoño, probablemente, se repetirán los episodios de DANA, y todavía seguirá sin haber consenso en el diseño y estructura de la franja.
No se puede plantear esta crisis como una disyuntiva entre 'Mar Menor y pobreza' o 'agricultura y riqueza', o como una disputa entre grupos para obtener rentabilidad política. Se necesita una estrategia integral para toda la Comarca del Mar Menor-Campo de Cartagena, que ponga en práctica una metodología transdisciplinar, con la participación de todos los sectores económicos y sociales implicados en el desarrollo sostenible de toda la comarca. Hay que buscar soluciones de consenso y entendimiento mutuo sobre cómo actuar ante esta crisis socio-ambiental. En la valoración del impacto que supondría la implementación de la franja no se debe valorar, exclusivamente, la reducción de ingresos que podría representar para el sector agrícola, también se deben considerar los enormes beneficios que podrían derivarse por la reducción de pérdidas económicas en los sectores del turismo y pesca, o por daños materiales y patrimoniales en viviendas, infraestructura urbana, pérdida de patrimonio cultural, recreacional y deportivo y, sobre todo, el incalculable daño psíquico y moral que representa la degradación de este entrañable patrimonio natural para los miles de personas que hemos vivido, sentido y amado desde la infancia 'nuestro' Mar Menor.
Con el objetivo de buscar una estrategia integrada y participativa de desarrollo sostenible basada en sinergias entre las actividades terrestres y marinas, se está desarrollando el proyecto Europeo COASTAL. Sus primeros resultados, procedentes de talleres con participación de todos los sectores económicos y sociales, avalan la necesidad de la promoción de sinergias entre: 1) todos los usos del territorio; 2) el respeto a los valores ambientales, culturales y estéticos; y 3) las actuaciones científico-técnicas necesarias para la recuperación y protección del medio natural. Basado en estos principios, en el proyecto COASTAL trabajamos para desarrollar un modelo de progreso económico, social y ambiental, basado en una planificación integral sostenible, y consensuado por todos los segmentos de la sociedad.