La España que se disfraza
ESPEJISMOS ·
¿Podría convertirse España en esa Arcadia rural de familias numerosas, líderes recién llegados del set de 'Los Santos Inocentes' y tomates con sabor?En el momento de enviar esta pieza aún no es público el esperado informe de Sue Gray, la auditora pública del escándalo de las fiestas ... en el número 10 de Downing Street de quien depende ahora el futuro del primer ministro británico. Se mantenga o no en el puesto, sin embargo, las encuestas sobre intención de voto seguirán registrando el increíble batacazo sufrido por los tories desde su apabullante victoria de 2019 –la del 'Brexit'– bajo el mando del inefable Johnson. Casi doscientos escaños cambiarían de color en la próxima Cámara de los Comunes, con uno de los peores resultados de la derecha británica en su historia, tan solo cuatro años y medio después de uno de los mejores.
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Un destino muy parecido parece esperar al gobierno Bolsonaro. El presidente de extrema derecha de Brasil se mantiene diez puntos por debajo de Lula de cara a las elecciones del próximo octubre. En un tic muy habitual de este tipo de ultras, el presidente ya lleva un tiempo advirtiendo de la escasa legitimidad de los próximos comicios, 'contaminados' según él por diversos fraudes posibles. Es difícil no recordar la pareja insistencia del presidente Trump en un hipotético pucherazo que solo era real en su cabeza, pero que animó a miles de sus seguidores a asaltar el Capitolio de aquel país tras el batacazo electoral, hace ahora poco más de un año.
Trump, Bolsonaro y Johnson se convierten así en aviso para navegantes: echarse en brazos de la 'alt-right', esa nueva extrema derecha de corte ultranacionalista y antisistema, puede ser efectivo a corto plazo, pero la marea de descontento que canalizan a su favor puede bajar tan pronto como ha subido, convirtiendo al líder y al partido en perdedores prematuros con los que ya nadie sabe muy bien qué hacer. El siguiente paso, empotrarse en el Estado legislatura tras legislatura a la manera de Orbán, Erdogan o Putin, es una aventura mucho más compleja que implica una degradación profunda de las instituciones democráticas de su país, por suerte no siempre al alcance de estos aprendices de dictadorzuelo.
Está por ver cómo encaran las derechas de estos países el largo viaje de retorno de sus respectivos experimentos, y también falta saber si la internacional ultra ha tocado ya techo tras sus últimas derrotas, pero ya podemos deducir que tienen un problema grave con el día a día de la gestión. El conjunto de pasiones tristes que activan en el electorado (nostalgia, autoritarismo, victimismo, belicosidad) confrontan con una acción de gobierno que no tiene mucho que ver con la involución radical prometida. Ni en EE UU se construyó ningún muro, ni en Brasil se bombardearon las favelas, ni llovió leche y miel en esa Gran Bretaña liberada del yugo europeo. Nuevos problemas se añadieron a los crónicos, y eso fue todo, y las grandes coaliciones de descontentos se reencontraron con sus diversas (y a veces contradictorias) frustraciones, esta vez gracias a su propio voto. El más de lo mismo mató a la estrella fugaz de la nueva ultraderecha.
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¿Y en España? El tándem PP-Vox anda construyendo a marchas forzadas una de esas amplias coaliciones de despechados tan apañadas. A veces es difícil saber si lo hacen debido a esa competición interna que se gastan por liderar la 'alt-right' patria, o si se trata más bien de un dar rienda suelta a instintos básicos que un mínimo decoro recomendaría refrenar. La cosa se ha despendolado ante las próximas elecciones adelantadas en Castilla y León, región que desde los cuarteles generales de la derecha en Madrid debe de parecer una idílica dehesa de esencias nacionales, toros enamorados de la luna y cerdos ibéricos ciegos a bellotas. No se explica de otra forma el carnaval: en Vox han descubierto el cortijo-chic y Casado lleva dos meses dando ruedas de prensa desde granjas. Piensan llegar a La Moncloa (o al menos al Colegio de la Asunción) a través del pasillo de caza-hípica del Decathlon.
Pero, ¿podría convertirse España en esa Arcadia rural de familias numerosas, líderes recién llegados del set de 'Los Santos Inocentes' y tomates con sabor? Ya os digo yo que no: esta misma semana nuestras derechas han votado en contra de prohibir la venta a pérdidas de cosechas, lo que sumado a otros posicionamientos actuales de Vox, como el rechazo de la Política Agraria Común europea o el anarcocapitalismo a la hora de ordenar el territorio, nos permite deducir que sus planes para la España vaciada consisten en dejar que se convierta en una balsa de purines, con algún coto de caza aquí y allá para cuando toque photocall.
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