La ensaladilla de la libertad

ESPEJISMOS ·

Siempre habrá pescadores que huelan ganancia en este revuelto río bélico

Domingo, 6 de marzo 2022, 08:48

¿Sabéis ese nudo en el estómago, ese no poder concentrarse en nada de verdad, ese estar todo el rato mirando las noticias? Las guerras ... tienen eso, esa mezcla de horror y fascinación, es casi imposible quedarse igual, por la tarde ir a nadar, como Kafka en 1914. La última salvajada de Putin, cerril y embustero, tiene todos los elementos (invasión injustificable –ese pleonasmo– de un país soberano desde una apabullante superioridad militar, desdén por la integridad de los civiles, falsa legitimación) para hundirnos en la angustia. El mundo no se había enfrentado a una canallada así desde Irak 2003.

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Desde esa angustia, nuestro país reacciona como suele, creo que en general bien. La condena a ese psicópata al mando de Rusia ha sido unánime, y también la ola de solidaridad hacia el pueblo ucraniano. Se han producido cientos de concentraciones contra la invasión y recolectas benéficas de alimentos y material humanitario. También han estado a la altura Gobierno y UE a la hora de levantar las trabas a la marea de refugiados del conflicto (se habla de un millón de personas) o regularizar su situación como migrantes. Resolución histórica de la ONU, también.

Pero siempre habrá pescadores que huelan ganancia en este revuelto río bélico, y qué menos que darles un tironcillo de orejas en plan 'se os nota todo' cuando intentan:

Trilear. Ya sabemos de qué va esto. Caen tres gotas, y el Segura se llena de vertidos y espumas. La atención pública se ve absorbida por un crimen internacional y aprovechas el momento para actuar, sabiendo que la actualidad informativa va a minimizar el impacto de tu basura. Así el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso reconociendo la comisión de su hermano. Así Israel o Arabia Saudí recrudeciendo sus acciones militares. Así la Fiscalía archivando la causa contra el Rey emérito.

Barrer para adentro. Nacionalistas catalanes equiparando Cataluña con Ucrania, oprimida por Rusia. Nacionalistas españoles equiparando España con Ucrania, que Rusia quiere fragmentar. Racistas tratando de separar a los refugiados ucranianos del resto de solicitantes de asilo por el color de su piel. Clientes de gestación subrogada preguntando 'qué hay de lo mío'. Don Arturo Pérez-Reverte Gutiérrez usando la foto de una soldado ucraniana muerta para clamar contra el lenguaje inclusivo desde su sillón (en concreto el T). Se os nota.

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Barrer para afuera. Putin no está solo, tiene por el mundo muchos hijos que se ha encargado de sembrar y financiar para desestabilizar otros países: la nueva ultraderecha mundial, desde Trump hasta Vox, lleva sus genes (los de Abascal crecieron gracias al dinero ruso que regó CitizenGo o HazteOír). Algunos de estos hijos, como el propio Trump, o Bolsonaro, han reiterado estos días su apoyo al padre Putin, pero los europeos se atropellan para negarlo tres veces: Marine Le Pen ha tenido que destruir más de un millón de programas electorales por llevar una foto suya con don Vladimir, y en Vox se les está durmiendo el dedo de borrar tuits.

Manipular. La verdad es la primera víctima de la guerra, y esta no es la excepción. A la muerte del cámara Evgeny Sakun en un bombardeo sobre Kiev y la detención del periodista español Pablo González en Polonia se suman las prohibiciones a la actividad informativa en los dos lados del frente. Se multiplican bulos, fake news y análisis chanantes del tipo 'Putin es comunista', como si los comunistas rusos no tuvieran bastante con estar siendo detenidos a miles por organizar manifestaciones contra la guerra. Los escasos datos que nos llegan lo hacen casi siempre convertidos en munición.

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Polarizar. Bajo esta presión, el debate público se degrada hacia lo simple y lo maniqueo. O estás con la OTAN o estás con Putin. Los grises abandonan el país. Si no compras esto, los terroristas habrán ganado, como en el chiste aquel de South Park. Recuerdo que en los EE UU post 11-S le cambiaron el nombre a las patatas fritas ('french fries') para castigar a Francia por su postura contra la invasión de Irak. Las empezaron a llamar «patatas de la libertad». Veremos si la ensaladilla rusa aguanta hasta verano.

Incendiar. Lo peor. A los del 'No a la guerra' nos llaman de todo: buenistas, tibios, abrazaárboles, ingenuos. ¿Qué nombre darle a quienes claman, desde el sofá, por una escalada bélica ilimitada? ¿Qué quieren en el fondo, la paz o ver al enemigo arrastrarse por el fango? ¿Y en nombre de quiénes? En el fuego, lo complejo y lo humano se convierten en ceniza. Si existe una salida a este horror, será por el otro lado.

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