La empresa, clave en la reactivación de la economía

Desde que comenzase la pandemia en 2019, pocas noticias positivas hemos tenido. La necesaria protección contra el virus supuso condicionar la actividad empresarial, y cesarla por completo en algunos casos. Miles de empresas y miles de autonómicos se han quedado en el camino o no han visto recuperar las cifras anteriores a la pandemia.

Y a esto se le suman condicionantes como la subida del Salario Mínimo Interprofesional, las alzas fiscales, una escalada incontrolada de los precios en lo relativo a la energía y el combustible y las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania. Esto ha configurado un panorama muy enrarecido y muy incierto para el tejido productivo, sin que haya encontrado el respaldo necesario en un Gobierno central más centrado en otras cuestiones.

Lo cierto es que no será entendible la reactivación de la economía sin la participación del sector privado, que es el que genera riqueza y empleo. Por eso vuelvo a reivindicar la figura empresarial como agente fundamental para la recuperación y como clave de desarrollo sustentado por el único interés posible, el general. Es de justicia poner la figura del empresario donde corresponde y el conjunto de la sociedad así tiene que entenderlo y apoyarlo.

A pesar de un contexto económico adverso, que ya se ha dejado sentir también en el mercado de trabajo, las empresas, en especial pymes, micropymes y autónomos, están haciendo verdaderos equilibrios, milagros más bien, para asumir costes que en la mayoría de los casos se han duplicado, al tiempo que siguen ofreciendo sus productos y servicios.

Hay doble cita con las urnas el año que viene con la convocatoria de elecciones autonómicas y municipales. Harán bien nuestros representantes públicos en centrar sus debates en las prioridades del ciudadano y no tanto en sus luchas particulares de poder, que nada aportan. Es momento de centrarse en lo importante y así lo vamos a reclamar.

El sector empresarial regional no tiene solo los problemas que a fin de cuentas son comunes a los de otros territorios españoles, como la fiscalidad y el acceso a la financiación. También tiene que padecer una tramitación administrativa que, pese a algunos avances, requiere de mucha más agilización. Ven además cómo su territorio tiene históricamente peores infraestructuras para la movilidad de la actividad y de las personas. Y, por supuesto, una carencia de recursos hídricos que afecta sobre todo a la industria agroalimentaria y que se está viendo agravada por la falta de lluvia.

Y para que esos problemas se solucionen es imperativo que se den dos factores: una relación fluida y un diálogo constante de las instituciones públicas con las organizaciones empresariales, en especial con Croem como representante de la práctica totalidad del tejido productivo regional, para que se atiendan sus demandas. Y, no menos importante, una mayor capacidad de entendimiento entre administraciones, imprescindible si queremos mantener un crecimiento sostenible y acabar con esos problemas enquistados que necesitan unidad y acción conjunta.

Empresarios, empresarias, feliz 2 de octubre. Seguimos, ¡mucho ánimo!