Borrar

El disparate del 'pin parental'

Viernes, 17 de enero 2020, 19:48

La confusión está servida. Y cuando reina la confusión, cuando abundan la polémica y las palabras recias y malsonantes, los malos siempre ganan. Pero hay cosas que deberían estar claras desde el primer instante. La expresión 'pin parental' ha hecho fortuna. Como ya hicieron fortuna otras expresiones, como 'cordón sanitario', que sigue estando en boca de quienes están al tanto de la actualidad política. No queda bicho viviente en las redes sociales que no haya echado su parrafada al respecto. Con más detractores del ya famoso pin que acérrimos, todo hay que decirlo. Porque el asunto es un disparate que nadie debería consentir. El tripartito que gobierna en la Región de Murcia se ha propuesto hacerse famoso. Y a fe mía que lo está consiguiendo. Aunque tenga que recurrir a inventos que no podría imaginar ni el sabio loco de la última página del viejo TBO.

Hay quienes creen que lo del pin parental sólo concierne a las actividades extraescolares de los centros educativos, a las que los papás y las mamás llevan a sus hijos sin ningún tipo de obligación, voluntariamente. Pues no, nada que ver con las actividades extraescolares, con los partidos de fútbol sala, de tenis, con los talleres de robótica, de creación literaria, de judo y de kárate, por poner algunos ejemplos.

Se trata, por el contrario, de meter la cuchara en aquellos otros aspectos, mucho menos frívolos y circunstanciales, aunque, acaso, igual de lúdicos y mucho más didácticos, que forman parte del currículo escolar que ha sido aprobado en ese centro. Por regla general, los padres confían sus retoños a unos maestros y profesores que, en el caso de la pública, cuentan con el aval de haber aprobado una oposición que no se la salta un galgo. Treinta o cuarenta plazas por especialidad, lo que ya es mucho decir, para miles de personas que buscan el modo de meter la cabeza en el sistema a base de una preparación larga y concienzuda, gastándose un pastizal en libros y en academias. Los padres, ni nadie que no pueda opinar con criterio, no deberían meter las narices donde no los llaman y dejar que sean los expertos quienes hablen al respecto. Como sucede con el resto de profesionales, como los médicos o los mecánicos. Y si los profesionales no lo hacen bien u obran aviesamente, emplear todos los medios a su alcance –administrativos o penales– para meterle mano a quien se pase de listo y se crea un nuevo mesías adoctrinando.

Y no conviene olvidar que las comunidades, a través de sus consejerías de educación, cuentan con un nutrido equipo de inspectores con suficiente experiencia y preparación como para poder dilucidar, una vez presentadas las memorias correspondientes de los centros escolares, una vez oídas a todas las partes, a las tres patas de las que hablaba siempre mi amigo Fernando Ureña, el director del Floridablanca cuando yo era presidente de la AMPA: profesores, alumnos y padres.

Denuncian al gobierno de la nación por querer utilizar las aulas como fuente de adoctrinamiento quienes no tienen otro propósito que adoctrinar, como la vieja derecha de la época más caciquil española, contra la que Unamuno puso el grito en el cielo. Tiene su guasa. Ni Joseph Goebbels, el que fuera ministro para la Instrucción Pública y Propaganda del Tercer Reich, podía haber hilado tan fino.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad El disparate del 'pin parental'