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Despierta, Murcia

En medio de una crisis climática y de valores de proporciones bíblicas, encarando una recesión, es momento de pensar radicalmente y actuar moderadamente

Lunes, 18 de noviembre 2019, 11:57

Hoy se habla de dos regiones españolas en los medios: Cataluña y Murcia. Los culpables son dos políticos, Quim Torra y Santi Abascal, aparentemente opuestos pero complementarios. Junts per Cataluña busca con ahínco un gobierno hostil en Madrid que potencie el desencanto en su electorado ya radicalizado. Para él, lo ideal sería la intervención del Ejército, algo que simbólicamente supondría un camino sin retorno, tal y como sabe todo el que conozca Cataluña. Para Torra sería una bendición que Vox estuviese en el Gobierno español, de hecho los de Abascal ya han pedido la intervención militar contra los violentos que han cortado la frontera. Hay que tener en cuenta que el crecimiento de Vox en las pasadas elecciones es fruto de la tensión en Cataluña, de manera que tenemos a un ultranacionalista catalán frente a un ultranacionalista español, ambos aparentemente enfrentados pero alimentándose mutuamente.

Abascal y Torra soplan con tal violencia que generan un huracán. En el ojo de ese huracán estamos los 46 millones de españoles, citando libremente a Eduardo Galeano.

El huracán ha generado un crecimiento de Vox en la Región inédito que nos hace noticia. Este efecto, que deriva de lo antes citado fundamentalmente, tiene más razones; un cambio de partido es casi como cambiar de equipo de fútbol, difícil y doloroso. Esos votantes que han migrado no son nuevos, no han aparecido de la nada: son los votantes del PP, algunos previo paso por Ciudadanos.

Abascal ha pescado en un mar de descontento, en el mar muerto del desánimo y la desconfianza. Los murcianos estamos encendidos con lo del Mar Menor. Yo quiero que se solucione, me parece el gran reto y todos tenemos que empujar juntos pero antes quisiera ver desfilar camino de Sangonera a los directivos de las empresas agrarias que han podrido nuestro mar junto a los responsables políticos. Sospecho que muchos de mis vecinos querrán lo mismo y entiendo que esta idea ha alejado a los antiguos votantes del PP hacia Vox en el Campo de Cartagena y el entorno del Mar Menor. El caso es que el PP no es Vox sino un partido de centro derecha constitucionalista. Debemos entender que existe la izquierda y existe la derecha y que eso es bueno y necesario, pero en ambos casos el extremo deja de ser tan bueno. La proximidad de la extrema derecha es tan peligrosa para un partido como hemos visto en Ciudadanos. La foto de Colón pasará factura muchos años.

Pienso que en medio de una crisis climática y de valores de proporciones bíblicas, encarando una recesión, es momento de pensar radicalmente y actuar moderadamente. Hemos de llevar las ideas y principios al extremo pero ser dialogantes, entender que no vamos a convencer al otro pero que hay forma de hablar y alcanzar puntos intermedios. Esto vale tanto para Cataluña como para la convivencia diaria. Vox no solo no me representa, es que me parece dañino. Los llamamos fascistas, no creo que sea así, el fascismo conllevaba una doctrina social a la que esta formación ultraliberal es totalmente ajena. Para lograr sus intereses recurren al populismo más agresivo, la xenofobia y el racismo con una bravuconería que parece funcionar. Yo preferiría que, en vez de ir a asustar a niños alejados de sus padres y acogidos en centros fuesen a la calle Santa Rita de la capital. Ellos, como todos, saben cuál es el bloque que focaliza la violencia y el tráfico de drogas. Que los hombretones de Vox vayan a esos pisos a decirles que no los queremos. Allí encontrarán españoles y extranjeros que dañan de verdad a nuestra sociedad. Dejad a los niños en paz e id a tocar en esos pisos para decirles que se vayan.

Vox es eso pero sus votantes no. El votante de Vox es frecuentemente un votante de centro o de derecha hastiado por la ineficiencia política. Es un desengaño común a izquierda y derecha pero que en la segunda se ha volcado con un partido que habla a las tripas y al corazón pero no a la cabeza.

El PP en esta tesitura tiene la obligación de recuperar a su electorado. No solo por sus propios intereses, lo debe hacer para que la Región de Murcia recupere la moderación, que es una de nuestras características. Murcia es una región de gente buena y trabajadora que se relaciona en la calle, en los bares y en el trabajo con fluidez y normalidad, que comparte pasiones y particularidades. La radicalización se va haciendo patente y nos vamos poniendo etiquetas. No es un tema de derecha e izquierda, es una radicalización de los debates que hace que hoy evitemos tocar el tema en una tesitura comprensible, porque estamos en el ojo de ese huracán de Torra y Abascal.

Quiero que salgamos en la tele porque el Mar Menor haya cobrado vida. Debemos recuperar la tranquilidad y actuar con decisión, valentía e inteligencia política, sin extremismos, con la concordia que es nuestra seña de identidad principal. Hemos de buscar la forma de ser la Región que queremos y para ello potenciar nuestra identidad y nuestra exquisita riqueza cultural. Hace poco escribía que hay quien vive aquí porque no se puede ir, yo vivo aquí porque me quiero quedar, porque quiero contribuir a un proyecto de Región que es mi historia, mi cultura y mi paisaje. Mi vida en definitiva.

Despertemos, amigos.

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