La crítica de la crítica literaria

A CARA DE LIBRO ·

¿En esta cultura de lo positivo, un crítico solo debe hablar de los libros que le han parecido brillantes?

Viernes, 22 de julio 2022, 01:43

Hace unos días participé en varios actos literarios de la Semana Negra de Gijón. Si algo tiene de especial esta semana son los encuentros informales ... de los escritores en la terraza del hotel Don Manuel, un hotel decadente, anclado en los 90, un lugar en el que los 'influencers' nunca se harían fotos. En definitiva, un hotel con encanto.

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El hotel Don Manuel es de obligado paso para cualquier escritor que participe en la semana. Allí surgen las mejores conversaciones y los momentos más delirantes. Uno de los escritores, también crítico literario, comentó que unos meses atrás había publicado la crítica del libro de un compañero. El libro no le había gustado, ni por su estilo ni por su conclusión moral. Publicó una crítica demoledora y no tardaron en llegar las críticas a la crítica. Demoledoras, también.

Si el autor de la novela no hubiera sido español, quizás los comentarios a la crítica no habrían sido tan duros. Pero el escritor jugaba en casa.

La labor de un crítico es dar una opinión justificada sobre una obra. Y honesta. Pero ¿es necesario que un crítico hable de los libros que no le han gustado? ¿O, en esta cultura de lo positivo, solo debe hablar de los que le han parecido brillantes?

Hace años, cuando yo empezaba con la crítica literaria en Ababol, llegó a mis manos el libro de un autor principiante, aunque no joven, un libro destinado a amigos y familiares, que carecía de los mínimos mimbres literarios. Hice una crítica demoledora. Y me arrepiento. Quería ser honesta con quien me leyera, quería advertir sobre lo que encontraría entre aquellas páginas. Estaba claro que ese libro apenas tendría recorrido, aunque mi crítica hubiera sido excepcional, y causé dolor en un escritor que acababa de estrenarse en el mundo editorial. Con la distancia, pienso que no debería haber hecho la reseña.

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Sin embargo, admiro el arrojo de este crítico que dijo lo que pensaba sobre la obra de un autor consagrado y vivo. Él también es escritor, debe saber qué se siente cuando recibes una crítica de este calibre. La crítica, argumentada y respetuosa, podría haber sido el inicio de un debate argumentado y respetuoso. Pero se convirtió en una batalla campal, donde las armas fueron lo personal y lo ideológico.

Cuando este crítico terminó de explicar su experiencia, en el mítico hotel Don Manuel, le pregunté si había merecido la pena escribir aquella crítica negativa. Su respuesta fue tajante, «no, no mereció la pena». El precio emocional había sido demasiado alto.

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