Cocaína, putas y gambas
APUNTES DESDE LA BASTILLA ·
Ese mismo PSOE que entró a gobernar con una moción de censura cuyo pretexto fue la corrupción del PP indultará ahora a Griñán, sin atisbo de dudasNo sé en qué momento dejó de exigirse a los políticos buena gestión. Ahora nos conformamos solo con la honradez. Esa palabra tan elevada, inalcanzable ... para varias estirpes de ministros, alejada para siempre de la sede de algunos partidos. Hoy la honradez se escapa por las alcantarillas de eso que algunos llaman torpeza. Incluso despiste. Rajoy no sabía lo que sucedía en su partido, a pesar de estar anotado en la agenda del crimen. González nada puede decir de ese señor X, que mandaba ejecutar a ciudadanos sospechosos de terrorismo. Ya saben, disparar sin preguntar. ¿Para qué hacer un juicio? En el último giro de guion, a los españoles nos bombardean día a día con una vieja cantinela. Afirman que Griñán es inocente. Que él no tuvo nada que ver con el escándalo de los ERE. Ese nido de corrupción putrefacta que empezó por no existir, que continuó con la persecución a la juez Alaya y que ahora se ha quedado en la simple inoperancia de sus dirigentes. «No vio, no supo». Por el camino, cocaína, putas y gambas a cargo del erario público.
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Se está cocinando a fuego lento. El procedimiento es viejo y durante esta legislatura se ha practicado varias veces. Primero Sánchez manda a sus esbirros a criticar el proceso judicial y comentar las bondades del acusado. Cuando sale la sentencia, guardan silencio. Prometen que no intervendrán en ese sistema de balanzas democráticas por las cuales un culpable paga sus delitos. Después prepara a la opinión pública. Lo hacen desde medios de comunicación, en tertulias, en sede parlamentaria. Desde la barra del bar. Es un proceso lento e imparable. Hasta que llega el día en el que el Gobierno concede el indulto. Griñán saldrá a la calle por aclamación popular o por un bien mayor. En Cataluña utilizaron ese argumento para indultar a los presos independentistas, tras jurar sobre la Constitución no hacerlo. Si un Gobierno ejecuta la gracia más injusta de todas una vez, ¿qué le impedirá hacerlo dos veces?
Esta ocasión, sin embargo, es diferente. Sánchez no indulta a un político por exigencias vitales. El presidente necesitaba a Junqueras fuera de la cárcel para poder sobrevivir durante toda la legislatura. Su vida presidencial dependía de ello. Lo de Griñán es diferente. El PSOE se indulta a sí mismo. No hay una causa política detrás. Tampoco la misericordia, como muchos apuntan, los que quieren convertir al expresidente de la Junta de Andalucía y expresidente de los socialistas en un anciano inválido al que la cárcel mataría. Sánchez busca borrar de la historia una condena histórica a su partido. Es un perdón a sí mismo. Un lavado de cara a costa de la Justicia, del sistema democrático español y de las normas básicas que rigen nuestro Estado.
Porque la corrupción de los ERE no afectó solamente un grupo de amigos (una multitud) que buscaron enriquecerse. No fue un club selecto como la 'Gürtel', sino un sistema creado para eternizarse en el poder. A través de la creación de falsas empresas, el partido socialista otorgó ayudas públicas para montar una trama que ensuciaba de dinero los ayuntamientos de grandes y pequeños pueblos, empresas de todo tipo, públicas y privadas. Se trata de un proceso que duró décadas y que facilitó una mayoría absoluta tras otra. La perversión de la democracia. La tiranía instalada en las urnas, dopadas, como describe Galdós en sus novelas. Faltó que votaran los muertos.
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Estos días leo decepcionado y triste la lista de personalidades que han firmado la petición de indulto a Griñán. Entre ellos destacan Fernando Savater, a quien leo desde los dieciséis años, cuando cayó en mis manos 'Ética para Amador'. Y no puedo entender qué oscuros engranajes hacen posible que una mente tan preclara, que se ha jugado el tipo durante media vida en el País Vasco, que alzó su voz cuando nadie se atrevía a hacerlo, ponga su nombre en esa lista vil, donde ni los jueces del CGPJ se libran de ese bochorno institucional que corroe la esperanza que algunos tenemos aún en la Justicia.
Tal vez sea cierta esa frase de que el PSOE es el partido que más se parece a España. Este partido de la moral copernicana, el que atribuye el movimiento al Sol en lugar de a la Tierra para cambiar de opinión en el momento oportuno. Y muchos españoles detrás, con sus antorchas. Empujando la marcha histórica. Ese mismo PSOE que entró a gobernar con una moción de censura cuyo pretexto fue la corrupción del PP. Esos mismos ahora indultarán a Griñán. Sin atisbo de dudas. Por el bien de un país que parece no existir fuera de la cabeza de su líder. Cocaína, putas y gambas. La trilogía de la vergüenza que se está consumando estos días en España.
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