Chys
ARTÍCULOS DE OCASIÓN ·
Allí estuvieron todos juntos y en armonía fraterna, rojos y azules, agnósticos y creyentes, artistas clásicos y creadores rompedoresAntes de que amanezca, Miguel, el repartidor de LA VERDAD, deja el periódico del nuevo día dentro de una bolsa colocada en el pomo de ... mi puerta. Nunca falla. No tengo necesidad de encender el frígido ordenador para enterarme tan de mañana de lo que verdaderamente me interesa, que son las noticias de mi mundo más próximo, del que LA VERDAD da cobertura sobrada. Recibo el contenido impreso en el humano y cálido papel del que soy impenitente usuario. Ahí están lo bueno y lo malo sin necesidad de ficciones como hace ya el neonato metaverso digital, falseando virtualmente la realidad. Hoy ha tocado lo malo. El cierre de Chys.
Chys nunca fue una tienda especializada en despachar exquisiteces decorativas, ni productos de los chinos de todo a cien. Chys fue esencialmente el corazón cultural latiente de toda la Región de Murcia durante la segunda mitad del siglo XX. Algo así como si el espíritu del corazón de Alfonso X el Sabio hubiera resucitado y reencarnado en Chys; y hasta es posible que fuera el mismísimo Espíritu Santo el que encomendara esa tarea a Manuel Fernández-Delgado Maroto, y años más tarde a su hijo Manolete, lo que prueba aquello de 'de tal palo, tal astilla'. Manolete y sus hermanos continuaron la mágica creación paterna. La misma cercanía del sarcófago catedralicio, relicario de las entrañas regias de Alfonso X, es prueba fehaciente de ello.
La similitud de los dos corazones de nuestros amados Rey Sabio y Chys se fundamenta en el paralelismo de sus mutuos rasgos alegóricos. No le bastó a Alfonso X inventar con su personal escritura la prosa literaria en castellano; redactar las 'Cantigas' con su propia mano; crear la Escuela de Traductores de Toledo y liderar múltiples acciones en favor de la Cultura, el Derecho y el idioma español. Como debió sobrarle tiempo, conquistó para nosotros el Reino de Murcia convirtiéndonos en herederos de su amplio legado cultural.
Fue el líder que, sin reclamarlo ni pretenderlo, capitaneó a los artistas espoleándolos
Recuerdo que en los tiempos de mi juventud pasada se imprimían aquí reproducciones bellísimas de todas sus obras; González Moreno esculpió el bronce magnífico que preside hoy el paseo de su nombre. Siempre hubo alguna excusa para recordarlo y nos sentíamos orgullosísimos de ser depositarios de su corazón. Hoy, en plena democracia, la palabra cultura es una pegatina molesta que solo sirve para aparentar. Menos mal, porque aquel viejo general de entonces, convertido en ministro imitador de Goebbels, decía que cuando oía la palabra cultura desenfundaba la pistola poniéndola encima de la mesa. Hoy a Alfonso X, la Comunidad, Ayuntamiento y Universidad, que tienen la responsabilidad de enaltecer el legado de su memoria, solo le rinden el desprecio del olvido.
Ese espíritu alfonsino que anidó en el corazón de Manuel Fernández-Delgado Maroto, al fundirse con Doloricas Cerdá, le transmitió unos efluvios sanguíneos que, junto al oxígeno y los nutrientes, inocularon sus células vitales de amor por la cultura al engendrar un nuevo líder cultural como su hijo Manolo y el resto de los hermanos. Después vendrían los días de gloria que han dado a la Murcia de la Cultura. Hoy no estoy escribiendo un artículo de ocasión, porque lo que estoy haciendo realmente es lanzar un embrión de Manifiesto exaltando el amor por la Cultura que anidó en Chys, la gran obra de la familia Fernández-Delgado, donde todo se cocía sin intervención ni influencia alguna de las políticas vacuas de antes, ni de ahora. Allí estuvieron todos juntos y en armonía fraterna, rojos y azules, agnósticos y creyentes, artistas clásicos y creadores rompedores. Y Chys los acunaba a todos por igual.
Chys fue incluso más que el motor activador de la pintura. Lo fueron también la literatura, las Bellas Artes todas, incluidos las artes gráficas y el grabado. Influyó en los mecenazgos de otros en favor de la modernidad; en la promoción internacional del nombre de Murcia a través de la Feria de la Conserva; los premios Chys; el pensamiento. Digámoslo claro. Chys fue el líder que, sin reclamarlo ni pretenderlo, capitaneó a los artistas espoleándolos, aglutinándolos, protegiéndolos y promocionándolos. En Chys reinaba la modernidad.
Creo no equivocarme si les digo que este Manifiesto al que hoy doy mi voz es la voz de los que ya no están entre nosotros. Hablo en nombre de Ramón Gaya, Pedro Flores, Aurelio, Mariano Baquero, Molina Sánchez, Muñoz Barberán, Antonio Gómez Cano, Párraga, Juan García Abellán, Hernansáez, Avellaneda, Pedro Soler, Mariano Ballester y tantos otros que nos dejaron su obra de espíritu alfonsino y que fueron también protagonistas de Chys.
Ha llegado la hora de solicitar para la familia Fernández-Delgado la concesión de las Medallas de Oro de la Comunidad y Ciudad de Murcia, premiando así la deuda que tenemos con ellos por su gran amor y servicios prestados a la cultura. Estoy seguro de que una relación interminable de artistas vivos, ciudadanos e instituciones, cuya relación nominal aquí sería imposible, estarían dispuestos a apoyar esta iniciativa. Hagámoslo posible entre todos los que llevamos en las venas sangre alfonsina.
Hace muchísimo tiempo yo tenía veintiún años. Era muy famoso y estaba en Madrid de flor en flor. El Día de la Madre de aquel año, mi madre recibió un hermoso ramo de encendidas rosas rojas del Huerto de Manú que le envió Manuel Fernández-Delgado Maroto, junto a una tarjeta manuscrita que decía: «Reciba usted, señora, estas flores que le envía su hijo Adolfo. Lo hago en su nombre. Muchas felicidades». Era mentira. Y ahora solo puedo regalarle esta diminuta y solitaria flor que estoy escribiendo para agradecerle todo cuanto nos dio a muchos, guiado por su corazón alfonsino.
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