Perros
Lo malo es ir contra las normas, pues hasta para estos animales hay normas, aunque algunos de sus propietarios no lo reconozcan
Ignoro, porque no he pasado por eso, si la mayoría de las personas que tienen perro es por ser el más clásico animal de compañía. ... Solo los gatos pueden disputarle ese título. Aquél necesita salir al exterior, correr, hacer sus necesidades, y también acompañar a sus dueños. De hecho, algunos de estos chuchos son como de la familia. Por eso nos parece normal que comparta vivienda, sofá y hasta comida con gente corriente y moliente. Otro uso que se le da a los canes es el de cuidador de casas, sobre todo casas de campo, en donde pueden moverse a sus anchas, y, en casos determinados, servir de alerta con sus ladridos o incluso con sus mordidas.
De alguna manera, parece tan razonable el primer menester del llamado mejor amigo del hombre (acompañar) como el segundo (proteger). Muchos lectores y lectoras de estas líneas dirán, con argumentos suficientes, que el perrico que tienen a su lado, junto al hogar, tan bueno y tan mono, es uno más de la casa, y que no hay el menor inconveniente para mantenerlo, lavarlo, enjabonarlo y darle todas las atenciones que merecen. Y es verdad. Jamás he compartido casa con perro, por lo que no sé los beneficios que encierra. Me los imagino, pero ni los sé… ni los quiero saber. Todo lo contrario: no creo que supiera convivir con uno de ellos en una vivienda, amplia como la mía, o incluso menor, un piso de sesenta metros cuadrados. Pero hay gente para todo.
Es más discutible que vayan por la calle sueltos porque tengan que correr y foguearse
Lo que creo que es más discutible es que los perros vayan por la calle sueltos porque tengan que correr y foguearse. No pocas veces alguno de ellos se me acercó olisqueándome y saltando a mi alrededor. Quiere retozar, me dice caballeroso el dueño o la dueña. Lo que no saben es que a mí no me gusta retozar, y menos con perros. Como éstos no tienen el don del habla (a alguien he oído decir que son tan inteligentes que solo les falta hablar), resulta que no me puedo entender con ellos diciéndoles que me dejen en paz, que agradezco sus señales de cariño, pero que no quiero jugar, a ver si me entienden. Aunque esto no es lo malo. Lo malo es ir contra las normas, pues hasta para los perros hay normas, aunque algunos de sus propietarios no lo reconozcan.
Sin ir más lejos. El miércoles de esta misma semana, caminaba a primera hora de la mañana por la orilla derecha de Murcia Río, como hago de lunes a viernes. Suelo andar por la orilla izquierda, pero ese día fui por la derecha, no sea que un rezagado de la protesta gubernamental de la calle Princesa me diera un cate por ir por la siniestra. Y conté hasta cuatro perros sueltos, con sus dueños y dueñas luciendo una ociosa correa. A la última de ellas le dije con mucha moderación: ¿sabe usted que los perros deben de ir cogidos y no sueltos? A lo que me contestó sin pestañear: tiene usted razón; lo cojo enseguida. La verdad, y no puedo ponerme estupendo, es que quizás de un millón de veces, cinco se te tira encima un perrico, y dos te muerde. Es verdad. Pero, ¿y si te toca? Que se lo digan a la anciana señora esa de El Paraje, que dos perrazos la mataron a dentelladas. Quiero imaginar que el dueño jamás pensó en que tal cosa pudiera ocurrir. Pero ocurrió. Y es que, a veces, se nos olvida que son animales; de compañía, pero animales. Y que, en momentos determinados, no entran en razón. Repito que no todos, por supuesto.
Otro día, en una conocida frutería, vi a dos personas con un canino dentro del establecimiento. Seguramente no sabían que en lugares en donde hay expuesta comida no puede haber animales. No hacen nada, pero así se quita la posibilidad de que laman una pera que me voy a comer esa noche. Pues ni la empleada ni los del perro hicieron nada por solucionar el tema… hasta que les dije que, bien, iría a la Oficina del Consumidor a denunciar el acto. No lo hice porque enseguida se largaron.
Bien sé que hay 'perros' peores que estos bonitos cuadrúpedos. 'Perros' que tiran petardos y queman motos y coches en el legítimo (dicen) derecho a protestar contra leyes que les parecen mal. Aquí les doy la razón a los propietarios de animales: esas que se llaman personas son peores que los perros.
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