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Sánchez y el laberinto murciano

Cada día que pase se hará más evidente que el presidente del Gobierno no piensa internarse en reformas espinosas sino en ganar las elecciones de 2020. No es por falta de tiempo. Ni tiene suficientes apoyos ni hay clima de pacto con el PP

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Domingo, 24 de junio 2018, 08:09

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Horas antes de su primera entrevista tras ser investido presidente, La Moncloa difundió imágenes de Pedro Sánchez haciendo 'footing' y acariciando a su perra 'Turca' en los jardines de su nueva residencia. Un enternecedor 'biopic' de pocos minutos para reforzar la imagen del presidente, tarea que está en manos de Iván Redondo, el estratega y asesor profesional que igual idea una campaña anti-inmigración, como hizo con el popular Xavier García Albiol para ganar la alcaldía de Badalona, que crea y exprime hasta la saciedad un serial con la (muy acertada) decisión de acoger a los 600 inmigrantes del 'Aquarius'. Camiseta de los Juegos de Barcelona, estiramientos y amor por los animales para arropar la primera entrevista de quien permanecía mudo desde la moción de censura con los medios de comunicación. (Ya veremos cómo será esa relación con La Moncloa siendo Iván Redondo el jefe de gabinete de Sánchez. Los diarios nacionales han mostrado su faceta más brillante, que sin duda la tiene, aunque los periodistas que lo trataron cuando era mano derecha del popular José Antonio Monago en Extremadura también saben cómo domina y practica las más viejas tácticas de presión para cercenar la libertad de información).

Enfrentarse a una entrevista institucional en RTVE es, por regla general, un encuentro plácido para cualquier inquilino de La Moncloa, aunque debería ser justo lo contrario, como ocurre en la BBC. Pese a todo tuvo su interés. Por ser la primera y porque el presidente hizo algo revelador: se desdijo de su voluntad de convocar elecciones «cuanto antes», como aseguró antes de la moción, manifestando que pretende agotar la legislatura, o sea permanecer hasta 2020, cuando tocan elecciones. Lo aseveró con claridad y sin el más mínimo rubor. Como es lógico, Sánchez irritó al PP y Ciudadanos. Solo unas horas después provocó el mismo efecto en los barones del PSOE. Esta vez al asegurar que, si bien agotará la legislatura, no hay «tiempo material» para sacar adelante la reforma del nuevo modelo de financiación autonómica. Se suponía que PP y PSOE estaban muy cerca de alcanzar un acuerdo que iba a poner fin a un sistema injusto para la Región de Murcia y para otras comunidades, como la valenciana o la andaluza, ambas en manos del PSOE. El modelo vigente caducó en 2014, pero Rajoy y Montoro dejaron pasar irresponsablemente el tiempo, como ahora hará Pedro Sánchez por pura conveniencia política. El nuevo presidente parece decidido a no agitar el avispero autonómico con un nuevo sistema de reparto de fondos que no contentará a nadie. Cada día que pase se hará más evidente que Pedro Sánchez utilizará el Gobierno como plataforma para ganar las próximas elecciones generales, no para internarse en reformas espinosas. Ya no solo porque no tenga tiempo material. Es que, con 84 escaños, también carece de sólidos apoyos parlamentarios y del clima de entendimiento necesario con el principal partido de la oposición para fraguar pactos de Estado. Ni habrá acuerdo para la financiación ni, me temo, para el pacto nacional del agua. Lo que se avecina (Sánchez lo llama proceso de normalización y regeneración democrática) es una política de gestos al electorado ideada por Redondo y guiños a quienes le ayudaron en la moción de censura. Se aprobarán medidas de fácil consenso con Podemos y los nacionalistas (como la derogación de la 'ley mordaza' o normas en favor de la igualdad), pero no habrá avances en los dos asuntos claves para la Región, como la financiación y el agua. Otra cosa no se puede esperar. Ni de Sánchez ni de nadie con solo 84 escaños.

El presidente aguantará porque se ha revelado como un hábil estratega y no hay una potencial alianza parlamentaria que pueda descabalgarle del Gobierno. Con la moción de censura cortó la sangría de votantes que desde las elecciones catalanas fluían del PSOE hacia Ciudadanos. Y luego remató la faena eligiendo un plantel de ministros muy del gusto de los votantes de Albert Rivera. A Podemos todo eso también le pilló con el pie cambiado. Después de auparle a La Moncloa ahora ve con pavor cómo el PSOE ha entrado en una dinámica de voto útil en la izquierda. Todo apunta a que Sánchez intentará manejar sus cartas desde su privilegiada posición para lograr su gran objetivo: la victoria en las elecciones de 2020. A eso ayudará tener buenos resultados en las autonómicas y por ese motivo Diego Conesa, el candidato socialista, es el nuevo delegado del Gobierno, un puesto de gran visibilidad y decisivo en estos momentos. En el PSOE murciano están convencidos de que los comicios de 2019 son su ahora o nunca. De ahí la petición de Conesa de que el secretario de Estado de Infraestructuras fuera murciano. Los socialistas van a echar toda la carne en el asador con el soterramiento. Han hecho cálculos y creen que tienen más que ganar electoralmente si llega el primer AVE soterrado poco antes de las generales en 2020 que provisionalmente en superficie antes de las autonómicas de 2019. No sé yo. Conesa ha lanzado un órdago de alto riesgo, más aún cuando los tiempos, en cuestión de obras, son inmanejables. El asunto volverá a tensarse a la vuelta del verano cuando esté acabado el desvío provisional. Ni entonces ni ahora, aunque parezca inconcebible a estas alturas, habrá un acuerdo político y social sobre la integración del AVE. En términos de colectividad, Murcia se empeña en ser un imposible.

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