Las pastillas de remdesivir no son para pobres
CAYETANO PELÁEZ
Miércoles, 8 de julio 2020, 00:57
Hasta ahora han ido fallando todos los medios para acabar con la Covid-19 de una forma eficiente. El virus está hecho a mala leche y programado para matar a cuanta más gente, mejor. ¡Parece cosa del diablo! Y actúa a cara descubierta infectando a todo el que se le acerca a menos de dos metros. Y así, anda haciendo de las suyas por todo el mundo, por no lavarte las manos o no llevar la mascarilla puesta cuando debas. ¡Pero siempre jodiendo al personal a mala leche! Aunque parece ser que tiene querencia por los mayores, a los que ataca sin piedad, ya que es posible que sus defensas sean menores que en el resto de la población.
Un ganadero catalán dijo que, tomando lejía, el bicho desaparecía de facto, y la gente se le echó encima, como hicieron con Trump, que la tomaba hasta que tuvo que dejarlo.
Salió el listo de turno que pidió a la gente que se comiera unas cuantas cabezas de ajos para alejar al bicho, cosa que no logró mandar de vacaciones al virus, pero sí levantar el estómago de más de uno cuando los susodichos exhalaban su dióxido de carbono cargado del azufre de los ajos en las proximidades del personal.
Otro, bien listo, dijo que había que hacer gárgaras con agua y sal en cuanto aparecieran los primeros síntomas de resfriado, tos o enfriamiento, método que se demostró ineficaz, ya que el bicho, aunque no le gustaban los ajos, sí estaba en las proximidades de la boca o la nariz, y al oler el pestazo tan tremendo, huía despavorido, colándose por el primer hueco que encontraba en el cuerpo. ¡Y así empezaba el calvario!
Pero, ahora, ya está en el mercado un medicamento, que se ha utilizado gratuitamente por vía experimental alcanzando buenos resultados en cuanto a disminución del tiempo de la infección, y no han hecho nada más que meterlo en el estuche, y las hienas se han lanzado sobre él, comprando toda la producción, aunque una caja de pastillas asciende a la friolera de 2.300 euros, cosa que no está al alcance de mucha gente.
El remdesivir, de los laboratorios Gilead, no es para pobres; es un medicamento para ricos, de ahí que los americanos hayan comprado toda la producción, mandando a hacer gárgaras nuestros deseos de no pasarlo muy mal si el bicho nos ataca. A ver si pronto tenemos la vacuna, que será mucho más barata y la da gratis la Seguridad Social, si para ese tiempo no ha reventado por falta de financiación.