Cuando la enfermedad aísla
MANUEL CASTELLANOS PLAZA
Viernes, 18 de abril 2025, 00:46
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MANUEL CASTELLANOS PLAZA
Viernes, 18 de abril 2025, 00:46
La soledad que resulta del padecimiento de una enfermedad mental es lúgubre, truculenta o desgarradora. Los testimonios de estos vulnerables lobos solitarios son lacrimosos. Es ... su enfermedad la que los aísla y los confina en el más abrasador de los infiernos. Es una obra plena de humanitarismo hablar con ellos, pasar nuestro tiempo libre con ellos, en orden a comunicarles, con nuestra empatía y solidaridad, que no están solos, que ellos, 'per se', no se han aislado.
Desde, al menos, Martin Heidegger, sabemos que el 'Dasein' es un «ser-en-el-mundo». Somos realidades abiertas que se nos cierran en casos obscuros y dolorosos como son las enfermedades del alma. Los lobos solitarios a los que me refiero son «mendigos de amor», neuróticos por pagar el peaje de la autopista hacia el Averno. Mas, como dijo Virgilio, «Amor omnia vincit» («El amor todo lo vence»).
Los solitarios por enfermos necesitan de nuestro concurso para sentirse como Heidegger nos describió. Esas realidades abiertas que somos han de permanecer siempre así, en apertura hacia el mundo físico y social y hasta lo absoluto. Esta tarea nos concierne a todos como humanos. El solitario por su enfermedad no puede permanecer así ni un minuto más.
Como escribió Antonio Machado: «Monedita que está / en la mano / quizá se deba guardar. / La monedita del alma / se pierde si no se da».
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