El Bando de la Huerta

Este martes todos son huertanos, desde la más tierna infancia hasta el abuelo. Todos van vestidos con la ropa tradicional huertana. En lo femenino, destaca su refajo, falda amplia de lana o algodón, con bordados de flores de colores vivos, delantal de lino o seda y el pañuelo que cubre los hombros, decorado con bordados y otros detalles, que resaltan la belleza de la mujer.

En el hombre destaca el ancestral pantalón, el zaragüel heredado de los árabes, que manejaron las aguas de riego con tal maestría, con acequias que hoy persisten. La Murcia no muy lejana, aquella que atravesaban, las carretas de bueyes por las entradas y salidas en todas las direcciones. La que abastecía de aperos para los trabajos cotidianos. La de los chalanes que rubricaban las compras y ventas, con un apretón de manos. La de multitud de tiendas que se abastecían de productos frescos. Donde encontrábamos servicios diversos, cines y diversión. La tartana que nos esperaba al llegar a la estación del Carmen. Todo esto vuelve a la memoria y, con ello, a la calle, para exhibirse por la arteria principal, con todo lujo de detalles para recordar, y no olvidar, bailes, carrozas, el habla genuino, el panocho, antiguos oficios y costumbres, medios de transporte olvidados y todo ello unido a la generosidad de los componentes, de las carrozas típicas que derrochan obsequios, de los frutos de la huerta, con los espectadores.

Y volver a tomar un zarangollo tan digestivo y saludable. Y de postre, un paparajote, acompañado de una taza de café de olla, con ese gustillo anisado, que redondea su sabor.