Dos lunes negros

¿A quién le cargarán el mochuelo del apagón? Con las ganas se quedan de señalar a los gobiernos del Partido Popular. Red Eléctrica está controlada por el Estado, siendo su máximo accionista con el 20% del capital y gestiona un servicio público en monopolio. Para entendernos, señores, lo diré en términos marinos, el capitán del barco es Red Eléctrica y, por consiguiente, es quien dirige todas las maniobras de las operadoras privadas (Endesa, Iberdrola, Naturgy, Repsol, Total Energies...).

Muy complicado lo tiene este desgobierno de culpar a las operadoras privadas, cuando quien da las órdenes es Red Eléctrica. Hemos conocido recientemente un dato importante que para muchos es desconocido: Red Eléctrica avisó hace tres meses al desgobierno de Sánchez de que podrían producirse desajustes en la cadena de suministros de energía. Sabemos que dicho aviso se recibió, pero la respuesta está todavía por llegar. Me pregunto, visto lo visto, ¿seguimos sin ver al responsable?

Mientras, los 781 asesores estudian cómo será el relato final del Gobierno. Señores, amarrensen los machos porque habrá un estudio profundo de meses para esperar el momento propicio, que será en pleno verano (cuando el relato no llega a la sociedad).

Tengan por seguro que finalmente habrá una salida sin consecuencias económicas para nadie (el perjudicado es el ciudadano). La política de tapar tiene un recorrido limitado, el ciudadano ya está harto de sus relatos, hurtar la verdad tiene su coste en las urnas.

Son demasiadas desgracias, miles de muertos por la covid, cientos de fallecidos por las danas destructivas, apagón en toda España, con cientos de miles de personas atrapadas (trenes, ascensores, metros...).

Y, por último, el caos en las líneas del AVE, del que todavía hoy estamos esperando respuestas del presidente. ¿Qué más nos puede ocurrir a los españoles?

Es indignante el comportamiento del presidente Sánchez que, siendo consciente de las noticias de los informativos de la mañana de un posible sabotaje en las líneas del AVE que afectaron a más de 10.000 personas, se pone en el atril ese mismo día delante de los empresarios catalanes y ni una referencia.

Sigue con su guion de lo que debe hablar y suelta una frasecita histórica para enmarcar: «España y Cataluña somos sociedades, somos países extraordinarios».

Su falta de humanidad es imperdonable. Ni una sola palabra de consuelo para todas esas personas atrapadas en trenes y su juego de palabras medidas y calculadas de acercamiento a los políticos independentistas raya en lo más bajo del ser humano. Su comportamiento le delata y como español me avergüenzo.